Sánchez, el presidente con menos suerte

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

MARISCAL | EFE

24 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La desolación no tiene solo una causa. La impotencia es insoportable. Pero desciende de un linaje. Los incendios gastan muchos antepasados, todos culpables. Sus consecuencias, lienzos negros donde había verde, son un terremoto emocional. En Galicia los llevamos padeciendo décadas. El presidente del Gobierno dijo desde O Barco que vienen días complicados para toda España e insistió en la teoría del cambio climático. Es cierto. Las temperaturas que estamos padeciendo este verano las esperaban los expertos para el año 2050. Muchos días por encima de los cuarenta grados. Muchas noches en las que el termómetro no baja de 25. El infierno en la tierra. El suelo forestal se pone a treinta grados, una parrilla lista para una chispa fatal. Somos nosotros los que nos la estamos cargando el planeta. Los expertos dicen que vendrán temperaturas peores. Que se alternarán las tempestades con las sequías. Hemos descubierto palabras nuevas. Ciclogénesis explosivas. Pirocúmulos explosivos. La naturaleza está explotando delante de nuestras narices y parece que no va con nosotros.

Habrá más incendios. Habrá más casas quemadas. Habrá más desalojados. Es el cambio climático y es también el abandono sin compasión del rural. El rural nos importa un bledo. Nos encanta ir de visita para hacer una foto y salir corriendo. Dejamos en las aldeas a nuestros mayores mientras van aguantando. Vamos el finde para llevarnos el maletero lleno en los lugares donde todavía hay huerta. Cuando nuestros mayores ya no pueden plantar, los trasplantamos a una residencia. Y así poco a poco ya nadie ordena la casa, nadie limpia la finca, nadie sabe dónde están las propiedades de la familia y viene la segunda causa: el bosque no se cuida y arde como la yesca. Llega la temperatura de fiebre del verano azul y los montes echados a perder y las aldeas semiabandonadas son las primeras víctimas de las llamas. Pasto para el fuego. Sería muy fácil decir que todos los años la misma historia. Pero no. Cada vez es peor. Es ya una película de terror. Miles de hectáreas destrozadas. Personas que se tienen que ir corriendo con lo puesto.

Viendo a Sánchez ir de un incendio a otro, es fácil concluir que no es presidente con suerte, en contra de lo que parece. Sé que forma parte de su alegato de defensa decir que le ha pasado de todo. Pero esa conclusión no está lejos de la realidad. Una pandemia, lluvias torrenciales, un volcán, una guerra, el robo de los datos de su móvil, los incendios más devastadores en años. ¿Qué le falta? Ahora hasta el CIS de su fiel escudero Tezanos le ha abandonado por primera vez. Con lo favorecido que es en lo físico, está claro que, al ver el expediente X de su presidencia, más de uno no se subiría a un coche si está él al volante. Es que le falta deslizarse por un barranco. O ¿ya se está deslizando lentamente y todavía no se ha querido dar cuenta, a pesar del órdago del comité federal? A mí me da que Sánchez juega al bingo y solo le salen letras. Es el hombre del trébol de una hoja.