Estamos en la encrucijada. El mundo es el que está en la encrucijada: los precios de la energía ponen al borde del abismo al primer mundo. ¿Hay que recuperar el carbón ante la falta de gas?

Quizá sea necesario dar un paso atrás mientras no se estabiliza el mercado energético y volver a poner en marcha las centrales de carbón, al menos de manera temporal. Quizá. El presidente de la patronal y el representante en Galicia de Greenpeace exponen sus posturas. Son bastante coincidentes.


Presidente de la CEG

Hacia la transición energética con paso firme

Nuestro mercado energético atraviesa tiempos convulsos, especialmente desde la invasión rusa de Ucrania. Debemos actuar con rapidez si queremos asegurar el suministro para el próximo invierno y mitigar la presión que la escalada de los precios de la energía está ejerciendo sobre nuestras empresas y hogares.

No caben las esperas. La situación extraordinaria en la que nos encontramos demanda medidas excepcionales para atajar el doble problema. Es por ello por lo que debemos poner todos los recursos a nuestro alcance para no comprometer la actividad económica ni el consumo.

Volver a reactivar la central de As Pontes es una de las posibles soluciones que aseguren el abastecimiento durante un tiempo determinado.

Pero el restablecimiento de la actividad parcial de la térmica de Endesa no debe interferir ni retrasar las iniciativas industriales de futuro que están previstas en la comarca. Es necesario afianzar su desarrollo, que las empresas e inversores que han apostado por esos proyectos puedan materializarlos en tiempo razonable con el apoyo de las administraciones y con el respaldo de los fondos Next Generation.

No debemos perder de vista la hoja de ruta marcada por la Unión Europea, que no es otra que la transformación de nuestro sistema energético y la apuesta decidida por la transición hacia las energías renovables en un espacio de tiempo lo más corto posible, una transición equilibrada con la economía productiva para evitar pérdidas de productividad y competitividad.

Pero ello requiere una planificación responsable y gradual que responda a esa ansiada conversión, al margen de decisiones precipitadas que comprometan al abastecimiento y la disponibilidad energética a lo largo del proceso.

También es necesario agilizar la transformación —especialmente desde las administraciones—, apurando la aprobación de los proyectos y planes que permitan la instalación de renovables, como los que afectan a la energía eólica terrestre o a la offshore, que no solo contribuirán a reducir nuestra huella de carbono sino también a generar empleo y riqueza para un sector puntero en Galicia.

Está fuera de toda duda que no podemos garantizar la sostenibilidad ni una transición energética justa si no aseguramos el suministro y la competitividad, si nos olvidamos de las necesidades de las empresas y de las personas.

Autor Juan Manuel Vieites Presidente de la CEG

Coordinador de Greenpeace en Galicia

Volver al carbón solo agravará el problema

La ola de calor y fuego que sufre estos días Europa y en especial la península ibérica, que está perdiendo parte de sus mejores espacios naturales y viviendo enormes riesgos para la población, ha puesto en el centro del relato político la evidencia de un cambio climático que lo está cambiando todo de forma acelerada. Es solo el principio.

Por delante tenemos el gigantesco reto de resolver la que quizá es la ecuación más compleja de la historia de la humanidad y cuyo resultado debe incluir urgentes medidas de mitigación y adaptación a la nueva realidad. En esta ecuación hay no pocas incógnitas pero también palmarias certezas. La más limitante habla de la imperiosa necesidad de hacer una reducción de emisiones de gases con efecto invernadero, que Greenpeace cifra en al menos un 55 % para el 2030 respecto a 1990 y alcanzar el cero neto en 2040, en línea con las recomendaciones científicas. Y solo hay un camino, el abandono de la adicción a los combustibles fósiles. Ni el petróleo, ni el gas, ni mucho menos el carbón, el combustible fósil que más contribuye al cambio climático, tienen cabida en esta ecuación.

La desgracia de la guerra en Ucrania ha puesto de relieve la vulnerabilidad del sistema energético europeo y las décadas de políticas erróneas que nos han llevado a una irracional dependencia del gas que, no lo olvidemos, también agrava el cambio climático. Ante el incremento desproporcionado de los precios y una hipotética interrupción del suministro de gas ruso el próximo invierno, la Comisión Europea propone un plan de contingencia que incluye ahorro, almacenamiento de gas y la posible reactivación de una pequeña parte de sus térmicas de carbón. La paradoja salta a la vista. Un paso atrás equivocado e inaceptable que esperamos sea coyuntural y más relevante en lo cualitativo que en lo cuantitativo, porque desconcierta a los mercados y a la sociedad sobre el único sentido que puede y debe tener la transición energética.

Este plan ha obligado al Ministerio de Transición Ecológica a preguntar a Red Eléctrica (REE) si se reafirma en que el cierre de As Pontes, programado para este mes, no pone en peligro nuestro suministro eléctrico. Siendo España mucho más resiliente a la ausencia de gas ruso que buena parte de Europa y dada la limitada capacidad de generación de los grupos reactivables de la central, es dudoso que el suministro esté en cuestión. Veremos lo que dice REE. Pero sí puede ocurrir que parte de nuestra capacidad de almacenamiento de gas tuviese que destinarse como mecanismo de solidaridad a otros estados miembros.

Sea como fuere, esta no deseable pero posible dilación en el cierre de As Pontes debería ser muy limitada en el tiempo e ir en paralelo al mantenimiento de los compromisos de descarbonización y los convenios de transición justa, así como a un plan de abandono del gas en las actividades no esenciales en primer término. Siempre es mejor que volver a quemar carbón. Pero sobre todo debe servir para darnos cuenta de que si no aceleramos radicalmente la lenta transición a un sistema energético 100 % renovable y justo con la biodiversidad y las personas —junto a otras medidas de cambio ecosocial—, nuestro futuro inmediato estará en alerta roja permanente, como el color del fuego.

Autor Manoel Santos Coordinador de Greenpeace en Galicia
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Debate: ¿Debe recuperarse el carbón en As Pontes ante la falta de gas?