Así actúa un piloto de helicóptero

Carlos Navarro PILOTO DE HELICÓPTERO LCI-SAR EN ROTORSUN, INSTRUCTOR LCI Y EXALUMNO DE EUROPEAN FLYERS

OPINIÓN

RAÚL SANCHIDRIÁN | EFE

23 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A pesar de que nuestro trabajo como pilotos de helicóptero es fundamental para extinguir los incendios, muy pocas personas fuera de la profesión conocen los procedimientos y riesgos a los que nos enfrentamos. Lo más importante a la hora de proceder al área de vuelo del incendio es seguir las indicaciones que nos dan tanto los compañeros que se encuentran en la zona como las de la aeronave de coordinación. Cada tripulación, siguiendo las normas de coordinación, debe comunicar su rumbo de procedencia y la altitud a la que está procediendo al incendio, y, de acuerdo con el responsable de la unidad y el personal técnico en tierra, se establece una estrategia a seguir. Este modus operandi permite que todos los helicópteros estemos coordinados y en continua comunicación para ir cubriendo las distintas zonas del perímetro. Incrementamos así la eficiencia y la seguridad.

Uno de los factores claves a la hora de extinguir un fuego son las condiciones meteorológicas en la zona. Serán determinantes para conocer nuestra capacidad de apagar las llamas y también nuestras limitaciones.

Como piloto he vivido momentos muy difíciles, pero sin duda el más complicado se ciñe a la pérdida de un compañero cercano prestando servicio. Esta situación la he sufrido en dos ocasiones. La peor parte es cuando, sin poder aún creer la noticia, tienes que volver a subirte al helicóptero y trabajar en la misma emergencia donde tu compañero ha perdido la vida. En estas ocasiones, el requerimiento de autocontrol de las emociones es fundamental para seguir en nuestras tareas con los máximos estándares de seguridad. A muchos nos ayuda a mantenernos en la primera línea, a operar como le hubiera gustado a ellos.

En esta o en cualquier otra situación de emergencia es cuando los pilotos nos ponemos realmente a prueba. Debemos enfrentarnos al miedo y a la incertidumbre de no saber si en cualquier momento podría fallar algo en el sistema. En emergencias inevitablemente sentimos el miedo. Pero la tensión, la adrenalina y la concentración impiden que se sucumba a este sentimiento y así se genera mayor confianza en lo que hacemos. Los pilotos nos mantenemos en constante formación y entrenamiento, lo que nos da un extra de confianza al saber que trabajamos de manera profesional y con la mayor seguridad.

Me enfrenté al miedo en el incendio de Riba de Saelices en el 2005, cuando después de abandonar un área por seguridad y tras aterrizar, mi compañero escuchó por radio cómo una unidad que estaba operando en la zona de emergencia se había quedado atrapada, muy cerca de nuestras posiciones. Once compañeros fallecieron. A algunos los conocía.

La profesión de piloto es, sin duda, una de las más vocacionales que existen, pero, por desgracia, una gran desconocida. Pocos son los jóvenes que apuestan por esta formación. Me gustaría animarles a sumarse a esta profesión que también es una de las más gratificantes y enriquecedoras, no solo por las distintas salidas laborales que te ofrece en un mercado laboral complejo, sino también porque a nivel humano realizamos una labor impagable. Desde hace algunos años, empieza a materializarse la falta de un relevo generacional en el sector. Hoy, las compañías de helicópteros en España —y en muchos países tanto del resto de Europa, como de otros continentes—, empiezan a necesitar pilotos de helicópteros formados y con experiencia. Es el momento de sumarse.