El problema de aceptar esta explicación es que es incómoda.
En primer lugar, el Banco Central Europeo tiene que reconocer que no puede financiar más deuda. Los gobiernos, por su parte, tendrán que admitir que no hay salidas milagrosas de las crisis, ya que la inflación no es más que un impuesto que reduce los salarios, y por tanto, al final estamos saliendo del covid como salimos de la crisis financiera del 2010 (ayer recortamos un 5 % los sueldos públicos, hoy un 6 %).
Se acerca el final del artículo y usted, querido lector, se estará en estos precisos momentos preguntando qué tenía que ver la Pedroche con la inflación y sus consecuencias. Pues lo mismo que Putin, absolutamente nada.