El problema es que a estas alturas aún nos creemos lo que vemos en Instagram. Vemos a todas esas mujeres esbeltas, delgadísimas, sin arrugas, con pechos turgentes y culos supersónicos y pensamos que existen, que son reales. Y, claro, luego a muchas y a muchos les da el bajón porque lo que se ve en la playa no es ni de lejos lo mismo que se esculpe en las redes a golpe de Photoshop. Le acaba de pasar a Aurah Ruiz, la mujer del futbolista Jesé Rodríguez, de la que se han publicado unas fotos sin ningún tipo de filtro en las que se observa claramente la diferencia del antes y el después del uso de todas estas técnicas milagrosas que difuminan la realidad.
Aurah es de esas mujeres que se han hecho liposucciones, aumento de glúteos y todas las cirugías modélicas, pero aun así, ella genera en Instagram un avatar que va más lejos y la muestra siempre con una máscara perfecta. Una careta que no es ni mucho menos la real, pero que seguimos empeñados en hacer verdad, y por eso cuando se compara, nos echamos las manos a la cabeza. Nada de lo que se enseña en esas imágenes idílicas responde a lo que somos: ni los parajes de ensueño en las vacaciones, ni las familias ideales con niños hechos un pincel ni los cuerpos de gimnasio trazados milimétricamente según el canon de estos tiempos. Ese mundo es de pega, no existe. Las mujeres irreales que suman likes, como Aurah, tampoco.