La energía nuclear es limpia y sostenible

Ignacio Durán CATEDRÁTICO DE FÍSICA NUCLEAR Y PROFESOR «AS HONOREM» DE LA USC

OPINIÓN

MABEL RODRÍGUEZ

07 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A estas alturas del siglo XXI, poco puede decirse en contra de la energía nuclear que no venga acompañado de un factor emotivo, que tanto gusta manejar a los políticos. La energía nuclear no es verde, porque este concepto es meramente político. Sí que es limpia, porque su ciclo completo no afecta al equilibrio ecológico, ayudando a luchar contra el calentamiento global. Nada tienen que ver los argumentos del siglo pasado, porque los más de 600 reactores construidos y los graves accidentes de Chernóbil y Fukushima han aportado experiencia suficiente como para mantener que estamos frente a una tecnología en la que su beneficio social supera al riesgo (en todo caso, mucho menor que los de la energía fósil o hidráulica). Los detractores menos emocionales basan sus reticencias en el tema del almacenamiento de los residuos, de larga vida media, pero la tecnología del reciclado del combustible nuclear ha avanzado y puede afirmarse hoy que los residuos que necesitan el almacenamiento en capas geológicas profundas son una proporción mínima, perfectamente asumible de forma sostenida. Esto hace también que el combustible reprocesado pueda volver a ser empleado, alargando su vida útil y evitando así el encarecimiento por escasez. En este sentido, podemos hablar de una energía renovable.

Nos enfrentamos a una serie de crisis económicas y esta será la tónica general en un ciclo histórico de grandes cambios geopolíticos. ¿Qué situación estaríamos viviendo en España si no tuviésemos un 20 % de energía nuclear, suministrada de forma segura y a precio bajo y constante? ¿A qué situación nos quieren llevar quienes propugnan el cierre de las centrales nucleares? La energía nuclear es complementaria de las renovables, inevitablemente dependientes del viento y el sol. Esto solo puede amortiguarse de forma parcial recurriendo a formas de almacenamiento caras y con gran impacto ecológico.

España necesita mantener el 20 % de nuclear, para garantizar el bienestar social y la competitividad industrial, dependientes de una electricidad segura y a bajo precio.