Descontento en el Resurrection Fest

Cartas al director
Cartas al director CARTAS AL DIRECTOR

OPINIÓN

PEPA LOSADA

08 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Resurrection Fest: desazón y reproches

La semana pasada tuvo lugar en Viveiro el Resurrection Fest, que celebraba, después de un largo y silencioso parón por la pandemia, su ansiada 15.º edición. Aunque la acampada en Viveiro fue todo un éxito, ha dejado mucho que desear la organización del festival. Exorbitados precios de consumición dentro del recinto, continuos desajustes con el horario de los conciertos, bajas de última hora de grupos confirmados, poco estocaje de ropa y productos oficiales, continuos problemas técnicos de sonido e imagen en las pantallas del escenario principal, cobro por servicios hasta esta edición gratuitos, o carencia de algunos, son solo algunos de los problemas con los que hemos tenido que lidiar los fans del festival.

Quiero volver a nuestro festival de referencia y, sobre todo, quiero que el Resurrection Fest me haga volver con mis grupos favoritos y, por encima de todo, con ganas. Iván Rodríguez Álvarez. Verín.

«El futuro es Leonor»

Con esta pancarta recibieron algunos a la heredera al trono de España. La princesa Leonor visitó Figueras, provincia de Gerona, capital del precioso Alto Ampurdán, con motivo de la entrega de los premios Princesa de Gerona. Allí se juntaron dos bandos: los que la apoyan y los que no. Unos exhiben unas banderas y otros otras.

Silbidos y abucheos no lograron borrar la sonrisa de la joven princesa, puesto que está preparada y bien formada. Creo que la familia real debe pasear y visitar más todas las tierras de España. La alcaldesa de Figueras, en un tuit hizo patente su deficiente educación: «Por una Figueras republicana. A mí no me representan». No se ha enterado de que el ayuntamiento que ella representa también es Estado. Recuérdese lo que dijo un famoso catalán, el señor Borrell, a un compañero de la alcaldesa: «¿Serrín y estiércol?». Jose Ángel Passolas Soberón. Santander.

Mi querida España

No es posible dirigir un país sin tener conocimientos. Se debe disponer de un grupo de trabajo adecuado y aplicar la lógica y el sentido común. Nos han cambiado España, hemos sido un imperio donde no se ponía el sol y ahora debemos afrontar nuevos retos adaptándonos a la difícil situación actual, administrando los recursos sin derrochar en «caramelitos para contentar a niños traviesos».

No se puede hablar de bajar las pensiones o subir impuestos sin pensar que los que deben bajar sueldos, privilegios y gasto público son los que precisamente dicen que miran por los pobres y que desconocen lo que es el trabajo, esfuerzo y sacrificio por sobrevivir. Los pensionistas de hoy son los que, con sus cotizaciones, han ayudado a levantar un país que se está cayendo a trozos, por lo que merecen tener una justa compensación. Para bajar los impuestos se tendría que mirar a quién le damos el dinero que necesitamos, y por supuesto regular y controlar ese tipo de donaciones, mirando un poco más por nosotros mismos. Diego Fernández Villar. A Coruña.

Becas para ricos

La Comunidad de Madrid detrae dinero público para subvencionar educación y sanidad privadas. Así, los colegios públicos están a la cola en inversión por educación y tiene una de las ratios más altas en alumnos por profesor. Sin embargo, se abren tres veces más aulas concertadas, colegios privados subvencionados con el dinero de todos, que públicas. Y la sanidad pública es la que menos inversión tiene por habitante. Ahora, vuelven a detraer más dinero de las escuelas públicas. Es la ideología del PP.

La última ocurrencia posibilitará el acceso a becas en colegios privados a familias que ganen hasta 180.000 euros anuales. Es inmoral y un demoledor torpedo en la línea de flotación de la igualdad que preconiza nuestra Constitución. Si la presidenta Ayuso quiere dar becas a los ricos y está orgullosa, allá ella; pero que no justifique su ideología mezclándola ininteligiblemente con políticas de género y derechos de mujeres. Miguel Fernández-Palacios Gordon. Madrid.

La agorafobia sí existe

Tengo agorafobia desde el 2016, una enfermedad invisible que la Seguridad Social no contempla como tal. Sé que somos muchos en esta situación, y quiero dar voz a aquellos que están igual que yo. Sin trabajo por no poder ni desplazarse de la puerta de su casa y que no se les reconoce. Es una enfermedad mental muy dura a la que hay que dedicar tiempo y, sobre todo, dinero para ir a psicólogos, terapia y psiquiatras, cosa que es imposible para muchos ya que no reciben ninguna prestación porque parece que hacemos el cuento. Me gustaría que algún miembro del tribunal médico estuviese un día en nuestro pellejo.

Miedo a salir de casa, hiperventilación, mareos, ganas de vomitar e imposibilidad de subir a ningún transporte público ni pisar un centro comercial. Patricia Pérez Carro. A Coruña.