Perdón, soy profesora

Cartas al director
Cartas al director CARTAS AL DIRECTOR

OPINIÓN

Alejandro Martínez Vélez | EUROPAPRESS

04 jul 2022 . Actualizado a las 18:16 h.

La profesión más denigrada de la historia

Esta semana se ha viralizado una carta al director en que se señala que los profesores exigimos de nuestros alumnos pleitesía, los humillamos y martirizamos. Después de haberla leído, no sé si soy profesora o Torquemada.

Todo el año oigo comentarios sobre lo poco que trabajamos los profesores, lo bien que vivimos, que el que vale, vale, y el que no, enseña... La profesión más denigrada de la historia. En mi caso profesión-vocación.

Lamento mucho no ser una perfecta y créanme que me encantaría, más dedicándome a abrir caminos, dar posibilidades y empujoncitos, a crear demandas de formación y no obligaciones, a hacer de la lectura una forma de crecimiento personal, y sobre todo a repetirles mil veces a mis alumnos que el mundo será tan fabuloso como ellos lo construyan. Siempre les digo que ellos me enseñan más de lo que yo a ellos, y que mejorarán el mundo. Una última idea, generalizar es el peor argumento a esgrimir. María José Seoane Seara.

¡Yo soy de Feijoo total!

Ayuso acaba de reprochar a Sánchez que no haya invitado a la reunión de la OTAN a Feijoo. El darle coba hasta ese punto a su jefe no debe adormecerle; lo que, por ser gallego y en beneficio de todos, esperamos que no ocurra. Porque parece que fue ayer cuando la misma que viste y calza, por ahora, los colores del PP, como antes los de la Falange, gritaba, más aduladora que nadie, un «¡Yo soy de Casado total!», para divorciarse después de él del peor modo imaginable.

No cabe duda de que se trata de la más destacada alumna de su abuela política; pero recordemos, con alivio, que, aunque la Aguirre haya podido evitar también milagrosamente hasta ahora varias condenas por corrupción, como las que ya amenazan a su nieta, tampoco consiguió derribar a su jefe. Diego Masa. Madrid.

Fruta verde e insípida en los súper

El pasado viernes se me antojaron unas brevas en el supermercado. Espléndidas por su textura, brillo y color morado tirando a negro. Compré 1 kilogramo por 8 euros, y tras 6 horas de frigo, las probé. ¡Ay, menuda decepción, señor Garzón!. Verdes, secas, amargas y duras. Transcurridas 4 horas sentí picor en labios, lengua y estómago. Debería, señor ministro, darse una ronda por los supermercados del país y prohibir la venta al público de la fruta verde. Pudiera estar prevaricando en algo contra la salud pública. Jesús Franco.