No me toquen las estadísticas

José Manuel Velasco PROFESOR DE COMUNICACIÓN POLÍTICA Y FORMACIÓN DE PORTAVOCES EN UNIVERSIDAD NEBRIJA

OPINIÓN

Pedro Puente Hoyos | EFE

01 jul 2022 . Actualizado a las 09:30 h.

Es un sarcasmo que los políticos utilicen el argumento de la falta de fiabilidad para justificar el cese de un funcionario público. Tal befa ilumina el trasfondo del relevo del presidente del Instituto Nacional de Estadística (INE), cuyos números no gustan al Gobierno.

 Más allá de los entresijos del relevo de Juan Rodríguez Poo como presidente del INE, esta decisión contribuye al deterioro institucional y, por ende, empobrece la percepción democrática de España. Porque la calidad de un país depende en buena medida de la calidad de sus estadísticas. ¿Si no podemos fiarnos de los números, cómo vamos a confiar en las personas que los manejan y, por encima de ellos, en las instituciones que les dan representación?

Un Gobierno que manipula o quiere manipular sus estadísticas no puede pedir ni merece la confianza de los ciudadanos. Piensen, por ejemplo, en el cachondeo que producen las estadísticas de la inflación en Argentina o la desconfianza que generan los números de los contagios del coronavirus en China. No olvidemos, además, que las cifras del INE se integran en las europeas a través de Eurostat.

El cese o dimisión del presidente del INE casi coincide en el tiempo con la presentación del libro de José Félix Tezanos, sociólogo de cabecera del PSOE desde hace muchos años y admirador compulsivo y agradecido de Pedro Sánchez. Es impúdico que el presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) dilapide la credibilidad de la institución mostrando abiertamente sus militancias y querencias. ¿Cómo se atreve el presidente del CIS a hacer pronósticos electorales cual adivino de feria cuando lo que se le pide a la institución es que cocine los datos lo menos posible?

No es extraño que el propio barómetro del CIS en su edición más reciente (junio) desvele que «los problemas políticos en general» constituyen la cuarta preocupación de los españoles, solo por detrás de la crisis económica, el paro y la sanidad. Y es la primera para el 11,3 % de los encuestados. Los que deberían ser actores de la solución se han convertido en provocadores del problema. La desafección y el descrédito generalizado son la consecuencia de esta percepción, cuya profundidad y persistencia minan al propio sistema democrático.

El Gobierno debería dedicarse a gobernar, que no es manipular las estadísticas (Tezanos sabe mucho de eso, basta con cambiar el método de cálculo), sino trabajar para que mejoren. Y el CIS habría de divorciarse de personalismos partidistas y dejar de hacer encuestas electorales. Ya tiene suficiente trabajo con escuchar qué preocupa a los españoles.

Ya que cada vez nos sentimos menos representados por los políticos, los españoles queremos que, por lo menos, los números sí representen fielmente en términos estadísticos y sociológicos lo que pensamos.