Los espectadores no aguantamos más al clan Mohedano, Carrasco, Jurado... Mediaset ha agotado nuestra paciencia después de dos años de esta otra pandemia televisiva. Se ha colado el virus por Telecinco y se ha hecho insoportable en nuestro cuerpo. No se puede encender la tele hoy en día, sin que aparezca Rocío, la otra Rocío y la otra Rocío una y mil veces en pantalla. Multiplicadas en una tríada que se le está atragantando incluso a los fans de La Más Grande, a la que toda su familia está convirtiendo en un personajillo chiquitito. Los últimos en hacer caja esta semana han sido Amador y su exmujer, Rosa Benito, que después de ocho años sin verse se dieron en público un beso en la boca como ejemplo del y cariño que se tienen, por si había duda de que dentro de ese entorno saben quererse. Aunque lo único que hay de una y otra parte en esa familia son unas ganas enormes de espectáculo y de seguir permanentemente haciendo mella en la figura de una persona, Rocío Jurado, que hizo en vida lo que le dio la gana, aunque su hija mayor la ha resucitado como si hubiera sido una inútil de tres pares de narices. Y ahí siguen todos tirándole tomates, ensuciando su nombre y reventando la historia de una mujer que se dejó la piel cantando. En ese folklore tan español y tan lleno de envidias, solo se me ocurre darle la vuelta a la frase de Lola Flores en un desafío imposible: «Si la queréis, ¡irse!».