Ser cristiano se está convirtiendo en un asunto de riesgo

OPINIÓN

TEMILADE ADELAJA | REUTERS

25 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Segundo ataque en una iglesia católica en Nigeria en lo que va de mes: tres muertos, varios heridos y 40 personas secuestradas mientras participaban en misa este domingo. El lunes fueron asesinados en México dos jesuitas por acoger en su iglesia a un hombre que era perseguido por otro. En Camerún, varios trabajadores de Cáritas han sido agredidos y amenazados de muerte, y una furgoneta con ayuda humanitaria fue incendiada.

El Tribunal Superior de Lahore, en Pakistán, acaba de confirmar la condena a muerte impuesta en primera instancia a dos hermanos cristianos por blasfemia. En Nicaragua, la presión contra la Iglesia católica está resultando insoportable, sin muertos, pero con el nuncio expulsado, un obispo en el exilio, otros varios atosigados y un buen número de laicos, religiosos y religiosas vapuleados. Podía seguir poniendo ejemplos, pero el resumen es claro: ser cristiano se está convirtiendo en asunto de riesgo.

No pretendo hacer apologética, no es mi estilo. Pero lo cierto es que de esto se habla poco en los medios de comunicación, salvo en los confesionales. Y no puedo menos que echar mano del concepto «la banalidad del mal», acuñado tras el Holocausto por la filósofa judía Hannah Arendt, y preguntarme, ante estos y otros hechos igualmente aborrecibles, si será verdad, como dicen algunos, que el mundo camina de nuevo hacia el abismo como consecuencia del silencio consentidor de una gran mayoría que mira para otro lado.