Las elecciones son la fiesta de la democracia, pero alguna fiesta puede acabar en sarao. En el escenario electoral andaluz, las claves están trastocadas: el PP no sufre el desgaste del gobierno autonómico, el PSOE no se beneficia del Gobierno amigo, la izquierda se subdivide, Ciudadanos se inmola y Vox mola.
La política se ha vuelto tan reduccionista que habrá mucho voto por un solo motivo: anti corrupción, pro subsidio, anti emigración, pro ganadería, anti inflación, pro tauromaquia... El voto por motivo único abunda más de lo que se cree y deriva a menudo de un pensamiento único en sentido literal. Uno de esos motivos puede ser también el género, el voto a una mujer por el hecho de serlo, sea o no mejor que los candidatos masculinos. Por la izquierda de la izquierda, Inma Nieto (Por Andalucía) y Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía) tienen poco tirón electoral, pero Macarena Olona (Vox), por la derecha de la derecha, no solo tiene tirón, sino que tira a dar a unas y otros, sobre todo a los tres Juanes: Juan Manuel Moreno (PP), Juan Espadas (PSOE) y Juan Marín (Ciudadanos).
A quienes votan a Macarena Olona no les preocupa ni el empadronamiento ni el empoderamiento. No le votan para consolidar los derechos de la mujer, sino para revertir las leyes feministas del consenso progre. No le votan para defender a las víctimas de violencia por haber nacido mujeres, pues piensan que los hombres no nacen violentos ni las mujeres nacen víctimas. No para frenar al patriarcado capitalista, sino para poner freno a un supuesto matriarcado progresista. No porque consideren al feminismo ecologista fundamental frente al cambio climático, pues niegan el feminismo, el ecologismo y el cambio climático. Motivos simples ante problemas complejos. Sin embargo, el voto simple, que vale tanto como el voto oculto, el voto prestado o el voto útil, está entre un par de Juanes y una Macarena.