Una medida ineficaz que cuesta 1.400 millones al Estado

Carlos Tomé MIEMBRO DE CARUNCHO, TOMÉ & JUDEL ABOGADOS

OPINIÓN

12 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de casi 3 meses de su entrada en vigor, tenemos que preguntarnos si la decisión del Gobierno de subvencionar con 15 céntimos el precio de la gasolina y otros cinco céntimos/litro aportados por las petroleras es una medida eficaz, dado que la terca realidad revela que en las últimas semanas el precio medio de los combustibles no deja de incrementarse. Los máximos históricos que registran gasolinas y gasóleos superan con creces el precio medio del litro antes de la rebaja aplicada por el Gobierno desde el 1 de abril. Ni siquiera con el descuento se alcanzan los precios que teníamos en marzo.

El coste de la gasolina la semana del pasado día 23 ascendía a 1,968 y el del diésel, a 1,852 euros por litro, aproximadamente un 45 % más que en el mismo período del año anterior. Aunque desde el Gobierno se avisó a las petroleras de que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) vigilaría posibles aumentos en los valores, la ministra Nadia Calviño ha asegurado que si los operadores están absorbiendo esa ayuda y manteniendo los precios, no se continuará aplicando este «descuento», que ya tenía como primera fecha de caducidad el 30 de junio. Y hay que recordar que la subvención de 20 céntimos al litro de carburante por tres meses cuesta más de 1.400 millones al Estado español, una cifra que, en porcentaje sobre el PIB, supera las medidas equivalentes de Francia o Alemania.

Analizando todos los datos, la iniciativa para aliviar la subida desenfrenada de los carburantes ha mostrado cierta ineficacia y está generando críticas por beneficiar a familias con rentas más altas —las que más usan el transporte privado— y por incentivar el uso del coche en plena crisis energética y de emergencia climática, lo que no deja de ser un contrasentido. Y lo cierto es que tiene un coste desmesurado para el sector público y el medioambiental, beneficia principalmente a no residentes y, como hemos dicho, a aquellos que tienen mayor poder adquisitivo. En consecuencia, es poco efectiva en términos distributivos por su carácter generalista, al no dirigirse a los sectores sociales que más lo necesitan.

Sería muy recomendable buscar nuevas alternativas, como la bonificación de los transportes públicos, e intentar redirigir esas subvenciones a los sectores y colectivos más afectados por la subida, de modo que las ayudas no se diluyan en los aumentos del carburante en un mercado internacional tan volátil como el que vamos a tener los próximos meses.