Especialidades médicas

Eduardo Vázquez Martul MÉDICO

OPINIÓN

09 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Surgen demandas de crear nuevas especialidades médicas como solución a los problemas actuales que afloran en la sanidad pública. La ciencia médica es quizás la que ha sufrido mayores avances en la historia, y estos grandes avances han sido causa principal de la compartimentación del conocimiento y con ello la multiplicación de especialidades que, como ramas, han surgido de dos troncos comunes: medicina interna y cirugía, sin olvidar áreas centralizadas en el diagnóstico de laboratorio o en la imagen. En España existen un total de 49 especialidades médicas, divididas en: clínicas, quirúrgicas, médico-quirúrgicas y de laboratorio. En el mundo occidental existen grandes variaciones en cuanto a número y contenidos de las mismas. Las variaciones fundamentales, a manera de resumen, distinguen aquellos países como Alemania (solo ocho básicas), o Inglaterra, con dos años de medicina general y cirugía (Foundation Training Programme), y de 4 a 7 años especialidades médicas (Specialist Training), en los que prima la formación básica inicial en especialidades troncales; frente a países con múltiples disciplinas cuyo mejor ejemplo es EE.UU., muy semejante a España con 44 áreas diferentes.

Sin duda, los grandes avances en la ciencia en general obligan a la especialización. Pero hay un hecho incontestable: las ramas de un árbol se nutren de la raíz y del tronco, y si pesan mucho pueden romper el tronco. Pero el primar el tronco o las ramas no solo es un debate médico, sino que conlleva grandes repercusiones en la configuración de la enseñanza y la política sanitaria. ¿El incremento de especialidades médicas soluciona el problema actual de la sanidad pública o de las urgencias hospitalarias? No lo creo, hasta se incrementarían las «listas de espera». Si bien es verdad que las especialidades en nuestro país rotan en períodos por especialidades troncales, las especialidades médicas muy ramificadas tienden a alejarse del tronco principal y, por naturaleza, parcelan el diagnóstico y tratamiento a su especialidad, incrementando el costo sanitario y haciendo mas consumista al paciente. Muchas enfermedades afectan de forma sistémica, lo que obliga a conocer el tronco para gestionar una medicina más integral. Está claro que otro problema está en la falta de vocación (muy necesaria) para cubrir plazas de médico de familia, puesto importante ya que es quien debe seleccionar y dirigir al enfermo hacia una determinada especialidad. Es necesario invertir o al menos igualar el prestigio que conlleva ser un especialista de un gran hospital al de médico general o de familia, y para eso su conocimiento y dedicación debieran ser igual de altas, dada su repercusión en la cadena sanitaria. Pero, ¿dónde está el problema? ¿No estará en el «otro poder médico», dentro del que se encuentran las sociedades científicas, y en la falta de poder de la medicina de familia? Con la Iglesia hemos topado, Sancho.