Como muchos espectadores han podido comprobar, Netflix ha sido el servicio de televisión pionero en ofrecer carpetas de contenido específicas que abarcan los matices de identidad de las siglas LGTBIQ. Tanto es así que a personas como Elon Musk se le hace bola «el virus woke» que, como él dice, ha hecho «que Netflix no se pueda ver».
Muchas de esas series y películas rompedoras que ensalzan la diversidad conviven en la misma plataforma que algunos de los programas menos políticamente correctos y que más iras han desatado en este colectivo. El último de ellos es Ricky Gervais y su monólogo Supernature. El cómico británico no conoce límites a la hora de hacer chistes y generar controversia. Entiende que burlarse de todo es posible y lo hace sin pensar en cuántos semáforos en rojo se salta por el camino. Se ríe de las personas trans, de su anatomía, de sus pronombres y de lo anticuadas que son las mujeres con útero. Pero se troncha de muchas cosas más. De niños muertos, de las madres de niños muertos, del sida, del cáncer, de los obesos, de los profesores pedófilos. Se ríe de que Netflix ya le ha comprado el show por adelantado y puede decir lo que quiera como multimillonario que es. También reivindica la ironía y el humor negro que permiten «reírse de las cosas que están mal cuando sabes qué es lo que está bien».