Espejito, espejito mágico

María Martinón-Torres DIRECTORA DE CENTRO NACIONAL DE INVESTIGACIÓN SOBRE LA EVOLUCIÓN HUMANA (CENIEH)

OPINIÓN

MABEL RODRÍGUEZ

05 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Apenas vislumbramos el final de la pandemia por covid y la realidad nos agua la fiesta hablándonos de la viruela del mono. Nuestra defensa frente a las enfermedades infecciosas parece haber entrado en barrena y, cuando aún no nos hemos deshecho del SARS-CoV-2, se asoman al horizonte miríadas de posibles patógenos que amenazan nuestra tranquilidad. Pero esto no es nuevo. Desde el momento en que empezamos a ser muchos y vivir muy próximos, hace 50.000 años, potenciamos un contexto en el que los patógenos nos escogieron como el vehículo perfecto para prosperar y expandirse. El florecimiento de la ganadería y la domesticación, hace unos 10.000 años, favoreció las zoonosis, enfermedades que provienen de los animales y que representan a día de hoy la gran mayoría de las patologías infecciosas emergentes. Después llegó la globalización, con la que un ser humano puede cruzar la tierra en menos de veinticuatro horas llevándose consigo un souvenir de microbios de un ecosistema en el que estaban en equilibrio a otro ecosistema diferente en el que se comportarán de forma distinta y, posiblemente, dejen de estar bajo control.

La amenaza de las infecciones está y ha estado siempre ahí, y no sin razón, los genes que hemos conservado de nuestra hibridación con neandertales están sobre todo relacionados con nuestra respuesta inmune y la ganancia de defensas nuevas. La gran diferencia respecto al pasado es que hemos vivido de espaldas al espejito, espejito mágico que contenía la verdad. A diferencia de la madrastra de Blancanieves, que acudía a él para conocer su lugar en el podio de la hermosura, Homo sapiens pensó ingenuamente que estaba en el podio del control planetario y no se molestó en preguntar. Pero no, no estamos solos en este planeta. Y por mucho impacto que tengamos sobre ella, la Tierra no es nuestra. El espejito, espejito mágico es ahora, gracias a la ciencia, un espejito de gran aumento que nos permite ver junto a nuestro reflejo el de un bosque de microbios, antes invisibles, con los que llevamos conviviendo desde los albores del Homo sapiens, y algunos nuevos. Un estudio recién publicado en la revista Nature (Edgar et al., 2022) revela la escalofriante existencia de hasta 100.000 virus nuevos que no teníamos censados. No existen podios en la evolución, pero sí está en nuestra mano controlar estas enfermedades con la prevención y la anticipación, capacidades de las que los sapiens nos vanagloriamos. La acción humana, a través de la deforestación, la urbanización sin control o su contribución al cambio climático, afecta a la distribución y equilibrio de los microbios y los vectores que los transmiten (como mosquitos, murciélagos, garrapatas), creando situaciones nuevas con consecuencias nuevas. Pero, además, tenemos en nuestras manos una herramienta de eficacia inmediata: las vacunas. La OMS estima que entre 2010 y 2020 las vacunas evitaron hasta 2,5 millones de muertes al año, a un ritmo de 5 muertes por minuto. Cuando uno se vacuna, no solo se protege a sí mismo, sino que, a través de la protección propia, está confiriendo protección a los demás. ¿Puede haber algo más sapiens?