Regla

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

18 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Si las palabras tuviesen conciencia se sorprenderían de lo que son capaces de provocar. Un conjunto más o menos largo de letras, colocadas en un orden determinado, fruto de la evolución fascinante del idioma, con sus devenires etimológicos y sus préstamos prácticos y políticos, conducen a un vocablo aceptable o prohibido. Como nada de lo humano nos es ajeno, siempre una palabra es mucho más que una palabra.

Recordemos todas las (remilgadas) expresiones inventadas para referirse a la menstruación. Pérez, la cosa, período, esos días, indispuesta, estar mala, la comunista, cosas de chicas. Un campo semántico formado por hasta cinco mil expresiones tan chuscas como las señaladas y otras que leo como la colombiana «Juana la colorada»; la puertorriqueña «me cantó el gallo»; la venezolana «me vino lo que te conté» o la argentina «Andrés, el que viene una vez al mes».

Todo para sortear la palabra regla, cinco letras que se han esquivado como un pedrusco y que apenas se utilizaban para zanjar un comportamiento femenino inesperado fuera de la norma. Regla, una especie de juramento, de palabrota innecesaria que introducía tensión o provocación en el ambiente. Ese «estás de regla» que todas hemos encajado alguna vez como un diagnóstico de desequilibrio temporal que nos convertía en interlocutoras defectuosas. Regla, una palabra tantos años maldita, representada en los anuncios con el color azul y perfumada con el olor a nube, que menuda broma.

Regla, evidencia de impureza según el Corán y la Biblia («manténganse alejados de las esposas durante la menstruación», dice el primero; «cuando a una mujer le llegue la menstruación quedará impura durante siete días», dice la Biblia). Regla. Eso que le pasa a la mitad de la población. Regla. Ahora en titulares.