Izquierdismo como enfermedad infantil

José Luis Úriz Iglesias EXPARLAMENTARIO Y CONCEJAL DE PSN-PSOE

OPINIÓN

Chema Moya | EFE

18 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Tenemos una izquierda cainita y a veces incluso suicida, que ha traído como consecuencia que fuera un verdadero milagro que pudiera gobernar. Aún así, lo ha hecho en nuestra joven democracia. Catorce años con Felipe González, siete Rodríguez Zapatero y, de momento, cuatro Pedro Sánchez. Pero de nuevo vuelve a las andadas de convertirse en una jaula de grillos.

La aparición de Podemos hizo albergar la esperanza de un espacio tranquilo y consolidado a la izquierda del PSOE, pero sus raíces de jovenzuelos subidos, que piensan vienen ya sabidos y bregados, de nuevo ha traído lo peor de la política, está por ver si de manera definitiva o no.

Emerge las últimas semanas aquella máxima de Lenin, de nuevo Lenin en la época actual: «Izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo».

Su comportamiento dentro del Gobierno, con la honrosa excepción de Yolanda Díaz y las gentes venidas del PCE e IU, ha dejado mucho que desear, y a veces han sido deshonestos con el Ejecutivo al que pertenecen.

La gota que ha colmado el vaso ha sido su actitud frente a la crisis provocada por el caso Pegasus y las escuchas a políticos catalanes y vascos. Escuchar a Echenique pidiendo, cada vez que abría la boca, la dimisión de una competente Margarita Robles produce cuando menos estupor y a menudo indignación. Tirar piedras contra el tejado del Gobierno no parece lo más inteligente en el momento actual. Feijoo y Abascal han estado con perfil bajo, porque no necesitaban más teniendo al propio Echenique, Belarra o Montero haciendo el trabajo sucio para el enemigo. Por otro lado, la imagen dada en Andalucía ha sido lamentable. Son cuatro y mal avenidos.

Así pues, la situación está clara, con matices, por el lado de la derecha, con un Feijoo y su espacio consolidado, con los únicos obstáculos viniendo desde Madrid; y una izquierda en conflicto que debe entender que, o arregla pronto sus averías, o lo probable es que ese buque no llegue a puerto del 2023 y, si lo hace, no salga nunca más de él.

Este arreglo pasaría por:

1.- Recomponiendo la situación interna del Gobierno, acallando voces como Echenique, Belarra o Montero, al igual que la externa de Pablo Iglesias, ziriqueador mayor del reino, potenciando las de Yolanda Díaz o Alberto Garzón.

2.- Recomponer la mayoría que apoyó al Gobierno, mejorando las relaciones con la periferia, ERC, Bildu y PNV, aumentando en calidad y cantidad la comunicación con ellos.

3.- Procurando evitar errores como los ocurridos con la votación de la reforma laboral, la crisis de las escuchas, o conflictos como el reciente del transporte.

4.- Realizando un trabajo serio y eficaz para conseguir el control de la inflación, los precios de los carburantes o la luz.

5.- Y fundamental, que Pablo Iglesias recupere la sensatez y generosidad que demostró al irse, deje de poner palos en las ruedas que provoquen la derrota de la izquierda y la llegada de PP-Vox a los gobiernos de este país. Que evite pasar a nuestra historia como un traidor a la causa de las izquierdas.

Viene una buena época para el empleo y la economía, especialmente si el covid no nos da un nuevo susto y la guerra en Ucrania termina con rapidez.

La pelota está en su tejado, si la izquierda reacciona seguirá gobernando, de lo contrario será inevitable un Ejecutivo PP-Vox; aquí y allí.