La pusimos de vuelta y media, criticamos su canción por espanglish y su poco mensaje, le dimos hasta que nos cansamos por reducir su Slomo a pierna, culo y cadera, y ahora resulta que Chanel nos ha callado la boca a todos con unas actuaciones que quitan el hipo en los ensayos. Está entre las favoritísimas en Eurovisión, ha puesto en pie a la sala de prensa, clava su coreografía como si fuera Dua Lipa, lleva un espectáculo de luces que ha cegado a los eurofanes y nunca pierde la sonrisa. Cuando terminó el Benidorm Fest, Chanel era la mala del cuento, la bruja que se había comido a las Tanxugueiras y era la enchufada de un jurado que la puntuaba sin criterio, y ahora, unos meses después, resulta que Chanel es la princesa que se lleva todos los aplausos. No ha fallado ni una vez, no se ha dejado vencer por las críticas que la tiraban al suelo y ha seguido su camino cumpliendo el sueño de quien siempre tuvo claro su objetivo. Si miran su currículo, verán de lejos que no está de paso en el mundo del espectáculo, bailó con Víctor Ullate, se formó en los grandes musicales de la Gran Vía madrileña, desde Flashdance a El rey León, y no ha parado de trabajar desde los 16 años. Y ahora, con 31, es posible que dé la gran sorpresa coronándose en Eurovisión. Al público ya se lo ha ganado. Veremos qué pasa con los twelve points y si el sábado, glups, habrá Chanelazo.