Twitter, ¿estrategia o capricho?

Pablo Borrás FUNDADOR DE 2BEDIGITAL

OPINIÓN

MABEL RODRÍGUEZ

14 may 2022 . Actualizado a las 18:51 h.

Siempre se tiende a pensar que los grandes movimientos corporativos están motivados por decisiones muy meditadas y por concienzudos estudios que justifican los números y garantizan la viabilidad de la operación de turno. Sin embargo, no son pocas las ocasiones en las que una gran decisión de compra, de venta o de fusión no responde más que a caprichos personales por parte de los directivos. Lo lógico sería pensar que el componente técnico de las decisiones empresariales siempre prevalece, pero en más de una ocasión hay un alto componente humano en la decisión tomada. Este parece ser el caso de la compra de Twitter por parte de la primera fortuna del mundo, Elon Musk.

«O aceptáis pulpo como animal de compañía, o me llevo mi Scattergories», decía un famoso anuncio de un juego de mesa. Y ese parece haber sido el motivo detrás de una operación de más de 44.000 millones de dólares, por muy pueril que parezca. Si además conocemos que la cifra ofertada es un guiño al día del cannabis (que se celebra el 20 de abril en Estados Unidos), la decisión de compra resulta aún más difícil de entender con criterios meramente técnicos o económicos, como por otra parte sería de esperar.

Lo único que ha trascendido es un preocupante mensaje que justificaría la operación en la idea de garantizar la libertad de expresión que, a juicio del magnate, estaría en estos momentos en peligro dentro de la red social. Musk ha llegado incluso a realizar una encuesta entre sus más de 82 millones de seguidores preguntando si Twitter respetaba la libertad de expresión, en una campaña previa cuyo fin último, como hemos visto, buscaba ya una justificación. Y aún más, hace tan solo unas semanas el propio Musk admitió que estaba pensando seriamente en crear una nueva plataforma de medios sociales.

Todas estas señales indican, por tanto, que se trata más de una decisión llevada por motivos personales que el resultado de un estudiado plan para devolver el esplendor a una red social que no estaba pasando por su mejor momento ante la enésima reinvención de Facebook, con su incursión en el metaverso o su apuesta por Instagram; o el empuje entre los jóvenes de la china Tik Tok.

Hace unos meses, la otra gran fortuna mundial, Jeff Bezos, compró el Washington Post, en una maniobra muy parecida a la protagonizada ahora por Musk, sin que tampoco hayan trascendido unos objetivos empresariales concretos que justificaran la decisión. Por todo ello, debemos recordar que a los millonarios les encantan los medios de comunicación, pero no siempre por la posibilidad de garantizar una información libre, sino por la posibilidad de comunicar a su antojo.

En lugar de estrategia empresarial, la jugada parece ser fruto de un simple capricho de niño rico. Como no me gustan las reglas establecidas, me compro el juego y las cambio. Esperemos que la jugada sea acertada y que Twitter no acabe como un juguete roto.