Nadal es flagelo donde Alcaraz es gozoso

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

AFP7 vía Europa Press | EUROPAPRESS

10 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno de los duelos dialécticos más conocidos entre intelectuales fue el que protagonizaron el ateo Bernard Shaw contra el católico Gilbert Keith Chesterton. Shaw atacaba a los flagelomaniáticos temerosos de Dios, que se alejaban de la luz de la razón. Chesterton le contestaba que él se lo perdía. El tenis de Nadal y de Alcaraz va sobrado en ambos casos de fe. Pero hay una diferencia abismal entre ambos. Donde Nadal se flagela, Alcaraz goza.

Primero hay que aclarar que Rafa Nadal es una leyenda y Alcaraz, un crío sobrado de talento. Compararlos es absurdo. Y solo hace daño. Pero sí es muy llamativa su manera de enfrentarse al tenis. Para Nadal, es sacrificio. Esfuerzo. Mucho más limitado técnicamente a la edad de Alcaraz, Nadal tuvo que mejorar su saque, que pulir muchos golpes. Lo único que no necesitó es ampliar el muro de su mente, imbatible. Nadal manifestó en su día que le gustaba sufrir. «Aprendes a disfrutar sufriendo». Algo que fue a más desde su lesión crónica en el pie: «La adrenalina ha hecho que desde 2005 nunca me haya retirado por dolor en el pie». Ese es el Nadal fortaleza, acorazado, que se crece cuanto más tiene que luchar, cuanto más asediado está. El que gana los partidos cuando más parece que los va a perder.

Carlos Alcaraz es otra película, por lo menos de momento. Veremos si sigue gestionando así la presión. Escúchenle tras ganar a Nadal, Djokovic y Zverev en el barrio de San Fermín, distrito de Usera, junto al río Manzanares: «El tenis me divierte, me lo paso bien, de verdad. Me lo paso muy bien jugando». O esta otra frase, por si quedaba duda: «Vivo rodeado de tenis, ¿qué me va a hacer más feliz?». El chaval lo tiene claro. Para él es gozo. Nadal es más de la escuela estoica. Nadal ya incluso cuando empezó parecía Atlas, el forzudo, que sujeta la bola del mundo. Nadal es más como Sísifo. Cada vez que sale a pista parece que levanta el universo y que, tras ganar, vuelve a estar a cero, a tener que empezar. Nadal se las tuvo que ver en el tiempo con otras dos leyendas. Coincidieron peleando por todo los tres mejores, de momento, de la historia: Nadal, Federer y Djokovic.

Alcaraz parece un paso por delante de los rivales de su edad por tenis y actitud, por su sonrisa, por cómo se desenvuelve. Y acaba de demostrar que puede derrotar a los viejunos. Alcaraz, de momento, es un disfrutón. Nadal siempre fue ceñudo y agonías hasta la explosión final, hasta que mordía los trofeos. Alcaraz es otro desparpajo. Saca mucho mejor que Nadal. Se atreve a volear con su segundo saque. Ha mejorado con el resto. Y encima sus dejadas. Corta la bola cada vez que le da la gana. Muchas veces se equivoca. Pero cómo la frena y la deja goteando junto a la red. Verlo jugar con esa frescura y a ese ritmo acelera a cualquiera. El caso es si será capaz de mantener ese ritmo de bólido. Devuelve lo imposible. Es más rápido que su reflejo. Y qué piernas tiene. ¿Será que uno se divierte y el otro se empeña en sufrir?