Agresión acústica permanente

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Santi M. Amil

09 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La vida del alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, corrió un grave riesgo. Una sindicalista le acercó tanto un megáfono a sus oídos que a punto estuvo de romperle los tímpanos. Y el mandatario se revolvió como un dóberman, para evitar lo que llamó «agresión acústica», arremetiendo vilmente contra la sindicalista. Debería de preocuparnos el hecho porque se cuentan por miles los ciudadanos que fallecen a diario en el mundo, y también en Ourense, por ser víctimas de una agresión acústica con megáfono. La OMS estudia incorporarla al catálogo de enfermedades letales, al lado del covid-19.

Al regidor ourensano le podremos poner mil defectos pero no el de carecer de ingenio. Destila chispa y talento por todos los poros. Conocemos bien su proceder desde que accedió a la alcaldía de la tercera ciudad de Galicia, donde se mantiene con el apoyo de los populares; pese a que Núñez Feijoo lo consideró un «alcalde letal». Y ya nos habituamos a sus exabruptos y excentricidades, tanto como a las acusaciones e investigaciones por asuntos varios que pesan sobre su actuación.

Lo que para cualquier ciudadano, sea ourensano o no, resulta inexplicable es el papel de las demás fuerzas políticas, al margen de Democracia Ourensana del alcalde, presentes en el Concello. Por una parte, el apoyo obsesivo de los populares al regidor y por otra la obcecación y falta de talante democrático de todos para llegar a un acuerdo de gobierno, que ponga fin a este divertido pero lamentable espectáculo. Sonroja ver el cruce de acusaciones y el desentendimiento de la situación actual. El jueves volvimos a verlo en el pleno aunque podría gobernar alguna de las restantes fuerzas, a nada que hubiese una mínima consideración por la ciudadanía.

Por lo que él mismo denunció, la audición de Díaz Jácome, y por añadido su vida, estuvo en peligro por agresión acústica de una sindicalista. Pero después de escuchar a unos y otros, de conocer sus argumentos, para que la payasada ourensana se mantenga vigente, los atacados somos todos los demás. Sufrimos una permanente agresión acústica cada vez que hablan porque nos faltan al respeto. Sin un mínimo de decencia.