Súper Elon Musk contra el imperio woke

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

28 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Espero que hasta mis peores críticos permanezcan en Twitter, porque eso es lo que significa la libertad de expresión». No soy un adorador de Elon Musk, me sobra su prepotencia —esa foto suya como un sintecho durmiendo la mona, rodeado de botellas de Teslaquila, en respuesta a las informaciones sobre las dificultades económicas de su empresa de automóviles—, y hasta celebro algunas de sus pifias, como cuando alardeó de la indestructibilidad de su prototipo de pick up eléctrica Cybertruck y, al primer golpe con una bola de acero, las ventanillas saltaron hechas añicos. Pero no puedo dejar de sentir admiración por un hombre que ha fundado compañías como PayPal, Tesla y, sobre todo, Space X, gracias a cuyas cápsulas y cohetes podemos seguir enviando astronautas al espacio y traerlos de vuelta, sin depender de las Soyuz rusas.

Musk se ha comprado Twitter, como Jeff Bezos se compró el Washington Post, porque el negocio de la información-comunicación es tan apasionante y rentable como el de las estrellas, y posiblemente más influyente. No sabemos si una de sus primeras decisiones será reabrir la cuenta de Donald Trump, bloqueada en enero del año pasado, pero lo que sí ha mostrado es su animadversión hacia la dictadura woke: el pensamiento único impulsado desde sectores de izquierda que ven el mundo exclusivamente en clave de desigualdades sociales y ha derivado en un fundamentalismo identitario según el cual el negro es superior al blanco, la mujer al hombre —y esto ya se les dice a los chavales en los institutos: «las chicas son mejores que vosotros»—, el crisol LGBTIQ+ a la mayoría heterosexual, las políticas progresistas a las conservadoras... Y así se difunde a través de las redes sociales y de las plataformas como Netflix, cuya decadencia Musk atribuye a la inclusión forzosa de la filosofía woke en sus series y películas.

Un ejemplo: tras la reciente final de la Copa del Rey se hizo viral la denuncia de que en el palco del estadio de La Cartuja no había ninguna mujer. Cierto, ni ningún negro, ni chino, ni ciego, cojo o manco. Y es que no hay palco suficiente... para tanta estupidez.