«Por sus obras los conoceréis», reza un famoso versículo de la Biblia. La frase, lapidaria, ha mantenido su vigencia durante veinte siglos, pero ahora necesita una actualización urgente, al menos en referencia a varios protagonistas de la actualidad. Debería evolucionar a «por lo que dicen en sus móviles los conoceréis».
El aristócrata comisionista Luis Medina, su compinche Alberto Luceño, el alcalde de Madrid (José Luis Martínez-Almeida), el futbolista Geri Piqué y su querido Luis Rubi Rubiales se han visto envueltos en escándalos públicos de gran magnitud que se han agigantado por la filtración de audios y mensajes. Sus sonrojantes conversaciones privadas dejan en evidencia a las explicaciones pronunciadas a través de comunicados y comparecencias poco creíbles. Porque no pueden competir con la verdad y los anhelos que desnudan sus wasaps.
Últimamente los que se convierten en tendencia por asuntos turbios o negativos -como el consejero de Vox en Castilla y León que cobraba por asesorarse a sí mismo- abusan de un comodín: dicen que «todo es legal». Y se quedan tan anchos. Da igual que lo que hayan hecho sea éticamente reprobable o, simplemente, parezca una chorizada. ¿Qué será lo siguiente que dirán? ¿No tienen pruebas? O tal vez intentarán pedir disculpas con el mismo sincero arrepentimiento que el premier Boris Johnson, el admirador confeso del alcalde de Tiburón que convirtió Downing Street en una sala de fiestas en plena pandemia. ¿Cómo se diría «‘Pa' la saca» en inglés de Oxford?