Piqué, el futbolista comisionista

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo EL DERBI

OPINIÓN

Daniel Pérez | EFE

19 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Gerard Piqué ha venido al mundo para cambiarlo. Si de algo va el futbolista, empresario, icono social, catalanista, superculé y ahora comisionista, es de moderno que prefiere una Copa Davis con un formato concentrado, ágil y más de acuerdo con nuestros tiempos, así como a un yutubero antes que a un medio de comunicación tradicional. Vamos, según la imagen que intenta proyectar, es un avanzado a su tiempo que se resiste a encasillarse en el papel de un futbolista clásico.

Pero la realidad es terca y Piqué no nos está descubriendo la pólvora. Ya nos lo demostró cuando a pesar de sus convicciones soberanistas no se perdía una cita con la selección española, donde se paga bien, por cierto, y donde también se llevó una jugosa prima cuando la selección alcanzó el clímax del Mundial de Sudáfrica. Lo realmente revolucionario habría sido renunciar a la proyección y al dinero de España en aras de sus sentimientos patrios. Pero la pela es la pela.

Sin embargo, el último escándalo protagonizado por el jugador del Barça nos coloca ante el listo de toda la vida, ante el comisionista que busca negocio y que se lleva una buena tajada por una intermediación más que discutible en muchos aspectos. Según ha revelado El Confidencial, su empresa facturará 24 millones de euros en seis años por haber negociado en nombre de la Federación la disputa de la Supercopa de España en Arabia Saudí, país contra el que, a diferencia de lo que hizo con España en otras ocasiones, no se le oirá una sola crítica sobre su calidad democrática.

Y aquí es donde podemos hacernos varias preguntas que se resumen en una. ¿Puede un futbolista español hacer de intermediario para un negocio de la Federación Española de Fútbol y cobrar por ello una cantidad millonaria?

Lo mismo que los futbolistas no pueden realizar apuestas por los resultados de sus partidos, tanto por una cuestión legal como de sentido común, Piqué no debería hacer negocios a medias con el presidente de la Federación en la que juega.

«Geri, enhorabuena. Y no me refiero ni al partidazo de ayer ni a tu gol. Me refiero a que ya son más de las 12 y por lo tanto ya es firme el acuerdo con Arabia Saudí. Un abrazo, gracias por todo y aquí estoy para lo que necesites», le dijo Rubiales a Piqué. Este «lo que necesites», por mucho que pueda ser un formalismo, no es lo más adecuado que le puede decir el presidente del fútbol español a alguien sobre el que se pueden tomar decisiones como, por ejemplo, una sanción disciplinaria.

Por otro lado, sin entrar en la letra pequeña del Código Ético de la RFEF, se puede leer en su preámbulo: «La RFEF, al igual que la FIFA, asume la gran responsabilidad de velar por la integridad y la reputación del fútbol. Por tal motivo, se esfuerza constantemente por proteger la imagen del fútbol, y sobre todo la propia, para evitar que métodos y prácticas ilegales, inmorales o contrarios a los principios éticos puedan empañarla o perjudicarla», aunque esto es más aplicable a Rubiales que a Piqué.