La guerra desde un avión

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

MIGUEL GUTIÉRREZ | EFE

18 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero que no se matan», dijo el alemán Erich Alfred Hartmann, campeón de la lucha aérea en la II Guerra Mundial.

Hartmann (1922-1993) fue considerado el verdadero as entre los pilotos de la aviación alemana, con 1.404 misiones de combate. Se le acreditó el derribo de 352 aviones aliados —345 soviéticos y 7 estadounidenses— mientras servía en la Luftwafe. Además, realizó con éxito catorce aterrizajes forzosos.

El 25 de agosto de 1944 recibió de manos de Hitler la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro con hojas de roble, espadas y diamantes, la máxima condecoración alemana. Finalmente, se rindió al Ejército de EE.UU. y luego fue entregado al Ejército Rojo. Pasó diez años en campos de concentración en la URSS y fue liberado en 1955. Al año siguiente ingresó en la recién creada Luffwafe de las Fuerzas Armadas de la Alemania Occidental y se convirtió en el primer comandante del Escuadrón de Combate 71 «Richthofen». Murió el 20 de septiembre de 1993 a los 71 años de edad. Dejó tras él la historia de un gran aviador que supo ver más allá de lo que su propio avión le permitía. De este modo, su visión no se limitó a lo que se divisaba desde su bombardero, sino que se tradujo en reflexiones agudas como la frase que ha motivado que yo escriba ahora este artículo.

Porque hoy, como ayer, se cumple su vaticinio de que la guerra es un lugar —lo repito de nuevo— en el que «jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan». Una frase que constituye un breve y acertado resumen de todas las guerras de todos los tiempos. Pero también de lo que está sucediendo en la actual de Ucrania, con viejos líderes condenando a muerte a jóvenes, niños y mayores, abatidos por bombardeos de una Rusia dispuesta a demostrar que todavía es capaz de resucitar lo peor de un pasado sangriento que rememora episodios de la II Guerra Mundial y que, de algún modo, revive su rostro más cruento y salvaje. Lástima que ese pasado aún se siga vivo.