La España del pelotazo: «'Pa' la saca»

César Casal González
césar casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Jose Velasco | EUROPAPRESS

17 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

No cambiamos. El estribillo de este país es la presunta corrupción. El Buscón de Quevedo sigue vigente. Las películas de Berlanga. Los filmes de caspa y atraco de guante blanco. En el peor momento de España desde la Guerra Civil, los comisionistas del Ayuntamiento de Madrid celebraban con mensajes el presunto pelotazo por vender unas mascarillas. Uno le decía al otro cuando las arcas del municipio, las de todos, les hacían el ingreso: «'Pa' la saca». El otro le contestaba: «Bien!!!!». Así con las cuatro exclamaciones finales para subrayar el entusiasmo. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, está en un apuro. Esa carta que dicen que firmó. Parecía aseado, pero las filtraciones lo están esmagando. Veremos cómo sale de esta. Otra vez, el PP, ante el paredón de las presuntas corrupciones. No hay respiro para unas siglas que de nuevo vuelven a aparecer castigadas por el supuesto compadreo de empresarios amigos.

La investigación en marcha es devastadora y demuestra que tenemos tendencia a caer por lo que escribimos en el móvil, en un wasap, en un correo electrónicos, aquellos correos de Iñaki Urdangarin. Lo que tecleamos en un móvil habla mucho más de nosotros mismos que lo que decimos en público. Es el carbono 14 de la vida moderna. Es la caja B de nuestra manera de actuar. Esos wasap que se escriben en un calentón, esa alegría que deja bien clara la felicidad y la facilidad del dinero que nos acaban de ingresar por aprovecharnos presuntamente de un país que contaba muertos, mientras otros contaban millones. Millones para gastar en Rolex, en coches de lujo. Es todo tan surrealista. Un hombre que cobra un pastón y que vacía sus cuentas, de tal manera que cuando le alcanza la justicia solo tiene 247 euros. Lo escribes en una novela o en una serie y te lo tumban. La realidad siempre supera a la ficción. Y la realidad, no lo duden, está hoy en nuestros mensajes de wasap, en lo que declaramos sin saberlo para el juez del futuro cuando enviamos sin caer en la desfachatez un correo de entusiasmo al supuesto compañero de correrías.

Este país no cambiará mientras sigan funcionando los apellidos, los conocidos poderosos que cruzan puertas con impunidad. Leyendo los papeles sobre los comisionistas lo peor es que no alucinamos. Lo peor es que estamos acostumbrados. No se nos altera el pulso. Así seguiremos siendo el país del chiringuito levantado sin permiso a pie de playa. Y todo sucedía en lo peor de la pandemia. Lo advertimos: la pandemia no nos iba a hacer mejores. No nos iba a cambiar. El ser humano no cambia. Los comisionistas no mejoraron. Se dedicaron a lo que sabían hacer: ver en la debilidad ajena la fortaleza propia. Esta vez no fueron terrenos que se recalifican. Esta vez no fueron urbanizaciones en lugares imposibles. Esta vez no fueron permisos que se agilizan, papeles que se saltan varias instancias. Esta vez el pelotazo vino de los bozales que nos taparon la boca. Donde tú cuentas muertos y estás aterrado en tu casa, preocupado por tus mayores, otros se escriben: «Pa'' la saca». «Bien!!!!».