La mochila del sucesor

Rubén Santamarta Vicente
Rubén Santamarta PAISANAJE

OPINIÓN

ALBERTO LÓPEZ

15 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Desterrado definitivamente el maletín de cuero de los sillones del poder (de lo poco que ha dejado como marca propia la nueva política), no chirría ya ver a ministros, consejeros o diputados con una estilosa mochila que, se entiende, cargan de documentos que uno ignora si leen o no. No es infrecuente encontrar en esa situación, bolsa al hombro, a Alfonso Rueda Valenzuela, el hombre que el próximo mes se convertirá en el sexto presidente de Galicia desde que se recuperó la autonomía hace 41 años. Si uno estuviera en su situación daría vértigo verse en la lista: Xerardo Fernández Albor, Fernando González Laxe, Manuel Fraga, Emilio Pérez Touriño y Alberto Núñez Feijoo. Pero ahí está él, Alfonso Rueda Valenzuela, próximo presidente de una comunidad histórica, «moi honrado», dice, por los apoyos recibidos, siguiendo con esa discreción que tan bien ha conducido en las últimas dos semanas. Ni una salida de tono, ni una reclamación entre líneas, ni una sola pista sobre su futuro, sobre sus (legítimas) ambiciones. Hay una frase —que vale para la política, la empresa o el periodismo— que dice que una persona vale más por lo que calla que por lo que cuenta. Al próximo presidente le ha funcionado siempre muy bien. Así lleva 16 años, al lado de una persona que premia el trabajo sin esperar halagos.

El caso es que Alfonso Rueda Valenzuela es de esos que hoy llevan una mochila, con sus informes sobre el Xacobeo, la situación de la justicia, las relaciones con el Estado... En unas semanas le tendrá que caber ahí todo un país, aquello que Fraga presumía que tenía en la cabeza.

Pero en esa mochila tiene que meter el sucesor muchas más cosas. Quizá, alguna a su pesar. Porque asumir el poder después de tres legislaturas y media no puede resultar un punto y aparte. Porque quien le deja el poder no se va a una empresa privada para desentenderse de lo que ha hecho; Alberto Núñez Feijoo asume la dirección del PP nacional, esto es, seguirá siendo el referente del partido ya no solo en Galicia sino en toda España. La mochila viene con bastante carga.

Sería tentador romper amarras con la herencia y marcar el rumbo propio desde el primer día. También sería sensato pensar que lo que ha funcionado hasta ahora —cuatro mayorías absolutas— no hay que tocarlo. Y sería igualmente inteligente buscar una vía intermedia, la de intentar asentar el perfil propio y preservar lo hecho hasta ahora sin generar fricciones. Posiblemente sea ahí donde se le tome la medida a Alfonso Rueda. Más carga a esa mochila.

Saber llevar con mejor o peor destreza toda esa carga será responsabilidad del heredero. Pero no solo exclusiva de él. Tendrán que saber moverse con la misma inteligencia los miembros de su equipo, los nuevos y los veteranos; aquellos que se ven legitimados para pedir y aquellos que solo dan; los que creen que se pueden cobrar algo y los que se mueven solo por el interés general. Y también dependerá de la generosidad de Alberto Núñez Feijoo para saber irse, para evitar tutelas y tutías. También en estas circunstancias se advierte la dimensión del liderazgo.