Peleados, como las buenas familias

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

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13 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los europeos mantenemos el mismo grado afectivo de convivencia que las buenas familias. Peleados y a gritos todo el día, cuando no a palos. Si hace unas semanas parecíamos una secta en la que se imponía acorralar y derrotar al sátrapa, por su invasión de Ucrania, ahora la cosa ya no está tan clara y los intereses generales dejan paso a los particulares, que es lo que también ocurre en las familias distinguidas cuando hay cuestiones económicas por medio. Eso sí, importa mucho mantener las apariencias.

No vamos a perder el tiempo en defender que los europeos no somos una piña. Ni lo fuimos, ni lo seremos. Pero esa aparente camaradería está a punto de saltar por los aires a cuenta de decidir el embargo —o no, que diría Rajoy— de los productos energéticos fósiles a Rusia. Lo del carbón, que está ya en marcha, no deja de ser un acuerdo menor. Lo importante es el bloqueo de petróleo y gas.

Y ahí comienzan las discrepancias. Con Alemania y Austria a la cabeza, los países europeos más dependientes de las energías rusas se oponen a un embargo a los hidrocarburos controlados por Putin. Con el rechazo frontal, sin posibilidad de negociación, de Hungría porque Orbán, que acaba de ganar por cuarta vez en las urnas, no aceptará ni una sola medida que afecte a la economía de su país. Y es que regresamos, como resulta razonable, a las cuestiones económicas. Con los dineros topamos. Los embargos hasta ahora establecidos están teniendo un efecto bumerán en las haciendas europeas. La alegría inicial por el paso dado se está transformando en un lamento general. Rusia, y el asesino que la dirige, se ha embolsado ya por las compras de combustibles más de 35.000 millones de euros, según Borrell. Dinero con la que el criminal se paga la destrucción ucraniana.

Lo del embargo del gas y del petróleo ya no es un simple problema, que debía serlo, de conciencia. Una cuestión de si debemos financiarle la guerra al asesino de niños o ahogarlo en la miseria. Es un problema de daños colaterales. De mantener el bienestar de ciudadanos y empresas para que no sufran carencias energéticas y que el embargo no dañe más las economías. Y ahí es donde la gran Unión Europea no se pone de acuerdo. Como las familias distinguidas que se pasan media vida peleados y tirándose los trastos a la cabeza. Igual. Con todos los problemas de una buena familia.