Echo de menos más contundencia y transparencia por parte del regulador de los mercados de energía en su defensa de los derechos de los consumidores. Porque lo que parece es que las compañías de electricidad, gas y carburantes hacen y deshacen a su antojo sin que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (la CNMC) haga nada. Al menos, en apariencia. Sí, investiga hechos, dice, pero que, hasta ahora, ha resuelto con simples recomendaciones y amonestaciones a las empresas. Como las comercializadoras de electricidad que suben precios y deciden unilateralmente modificar las condiciones del contrato con el cliente. O las distribuidoras que durante meses y meses vieron cómo sus equipos informáticos colapsaban e impedían enviar los datos de consumo para emitir las facturas. O las estaciones de servicio que suben los precios antes de que empiece a repuntar el petróleo.
La CNMC debe de investigar, pero en silencio. Atrás quedó aquel organismo que semana sí, semana también abría expedientes sancionadores a diestro y siniestro a eléctricas y petroleras, muchos de los cuales quedaban en nada, pero al menos alguien parecía estar haciendo algo sobre lo que estaba ocurriendo. Y en los últimos meses están ocurriendo demasiadas cosas, muchas justificadas, pero otras no tanto. Falta contundencia.