El movimiento de rotación

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

ATEF SAFADI

28 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Llama la atención la terca indiferencia del planeta a lo que ocurre con los hombres. Ha llegado la primavera, y se cambió la hora para que anochezca más tarde y a nuestras almas les llegue más luz, ese tesoro para el que nuestros lejanos antepasados inventaron el fuego, para el que mi tatarabuelo John Trulock montó al norte de Londres una fábrica de velas de sebo y para el que Edison descubrió la electricidad y luego inventó la bombilla —causando la ruina de mi pariente—. Decía José Luis Cuerda que amanece, que no es poco. Y tenía razón. La Tierra, terca, sigue girando, y la Osa Mayor, Marte, Venus —el lucero del alba— se mantienen firmes en sus puestos. El norte sigue siendo el norte. Ahora, con la primavera, florecen los jardines y no hay voces vegetales que digan a las flores de los árboles de mi calle: no salgas, que ahí fuera la cosa se está poniendo fea.

El mar, el mismo mar de todos los veranos, que decía Esther Tusquets en esa novela que tanto me gustó de joven, mantiene su presencia aquí, cerca de mi casa, como quien guarda un peligroso monstruo en el garaje, y a veces se vuelve loco y ruge y se indigna con sus cosas que nosotros no entendemos —motivos tendrá—, pero como también tiene alma de animal doméstico —de qué si no nos iba a dejar sacarle los peces o mecernos en sus olas—, se calma y nos dice: peleaos lo que queráis que a mí me importa un comino. Y a lo lejos se escuchan las bocinas broncas de los camiones y más lejos aún —si uno se esfuerza— cómo caen los misiles.