Contrariamente a lo que pudiera parecer, la guerra que enfrenta a Kiev con Moscú no solo se libra en el invadido territorio ucraniano. A medida que las tropas rusas avanzan por el barrizal nevado de Ucrania y estrechan el cerco sobre Kiev, el enfrentamiento diplomático se extiende por todo el planeta. La estrategia occidental de estrangular la economía rusa y reducir su dependencia energética de Moscú ha obligado a EE.UU. y a sus aliados a reconsiderar la presión que llevan ejerciendo desde hace años sobre Venezuela e Irán. Ello ha supuesto no solo ofrecer un aligeramiento de las sanciones económicas al régimen de Maduro, sino redoblar el esfuerzo negociador para retomar el acuerdo del 2015 sobre el desarrollo nuclear de Irán.
Desafortunadamente, cuando ya se había logrado cerrar todas las cuestiones pendientes, Moscú ha intervenido para exigir que el mencionado acuerdo no perjudique sus relaciones comerciales con Irán, uno de los pocos países que no se ha unido a las sanciones internacionales. Pese a que Teherán, inicialmente, manifestó su malestar por esta intervención, parece que ahora está reconsiderando su posición. Nunca este acuerdo fue más importante que ahora, no solo porque hay serias sospechas de que el desarrollo nuclear iraní pronto le permitirá fabricar armas atómicas, sino porque el mercado internacional necesita desesperadamente inyectar más petróleo para reducir la escalada de precios que está estrangulando la recuperación económica tras el parón por el covid.
Pero, además, un acercamiento a Irán podría suponer que la precaria situación en Oriente Próximo, donde Siria todavía no está pacificada, Yemen sigue en guerra y hay millones de refugiados, mejore sustancialmente. Porque, aunque la invasión de Ucrania esté centrando toda la atención mediática, la inestabilidad en Oriente Próximo sigue siendo un problema de gran calibre. De hecho, Irán ha reconocido ser el responsable del lanzamiento reciente de varios misiles cerca del nuevo consulado norteamericano en Erbil, la capital del gobierno regional del Kurdistán en Irak, en represalia por la muerte de dos iraníes en Siria.