A estas alturas de la historia

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OPINIÓN

ROMAN PILIPEY

06 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A veces crees que algo es muy complicado, súper difícil, complejo. Sin embargo, si intentas explicárselo a un niño, de repente te das cuenta de que es mucho más sencillo (no necesariamente simple) de lo que creías. A veces, instalado en tu soberbia de adulto, te sientes casi tonto ante las preguntas de un chaval que es capaz de desmontar, usando solo la inocencia y la interrogación, el razonamiento que tenías preparado.

Estos días, con la guerra en las portadas y en la boca del estómago, a los más pequeños, que todavía creen que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, no les puede uno engañar. A los niños les gusta mucho la pregunta total, aunque para ellos simplemente es una pregunta obvia. Saben meter el dedo en la llaga, aunque no sepan lo que es una llaga. No les importa tanto por qué Rusia invadió Ucrania. Lo que quieren saber es cómo puede seguir habiendo guerras (¡toma!) a estas alturas de la historia; de la Historia. Y cuando te dicen eso, no te queda más que contarles la verdad: que en el fondo no tienes ni idea.

En mi casa, cuando hemos hablado de la Guerra Civil o de la Segunda Guerra Mundial —todo lo que puedes hablar de eso con niñas de 10 años— hemos insistido en que pasó hace mucho mucho tiempo, para transmitirles que es algo lejano, que no tiene que volver a pasar. Error. No se trata de amargarles la infancia («No necesitaba saber eso», me dicen las mías cuando les explico algo duro que pienso que tienen que saber), pero tampoco debemos engañarles. No podemos hacerles creer que la humanidad va a mejor. O que hemos aprendido de los errores. Bastante es que le dejemos el mundo como está.