¿Qué pasará con la economía?

Pedro del Pozo DIRECTOR DE INVERSIONES FINANCIERAS EN MUTUALIDAD DE LA ABOGACÍA

OPINIÓN

Eduardo Parra

26 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El ataque de Rusia a Ucrania, aunque muy previsible desde hace semanas, está presentando las características de clásico «efecto sorpresa» sobre el mercado. Al final del día, nunca ha sido fácil incluir en una ecuación de inversión un evento tan binario de producirse como es, en esencia, una guerra. Este efecto sobre los mercados se materializa en un inmediato incremento de la aversión al riesgo, que se traduce a su vez en un fuerte rally de la deuda pública, que actúa como activo refugio, y en una también fuerte caída de las bolsas, que tienden a moverse hacia soportes relevantes, en una primera instancia.

Como también suele suceder ante estos impactos de tipo geopolítico, lo normal sería observar unas cuantas sesiones de volatilidad, hasta que el escenario general quede, si no más tranquilo, sí más claro. En ese sentido, y con la máxima prudencia debido al propio devenir de las acciones bélicas, a menos que haya una invasión a gran escala del oeste de Ucrania o un combate de alta intensidad con el objetivo estratégico de tomar Kiev, deberíamos esperar que la actual recaída del mercado se agotara en los próximos días. En ese sentido, es posible ver al S&P500 en la zona de 4100, nivel extraordinariamente importante. Si rompiera estos niveles significaría, probablemente, que nos encontramos, a ojos del mercado, ante una crisis de muy elevada magnitud. Por lo que respecta a la renta variable europea, se trata de un mercado incluso más vulnerable que su equivalente estadounidense, debido a la mayor dependencia energética de Europa y, con ello, por el mayor impacto esperable sobre nuestra inflación.

Todo esto ocurre en un contexto en el que los IPC se encuentra en niveles no vistos en décadas, y con los bancos centrales con planes trazados para subir tipos. Sin duda, la mayor inflación, vía subida del precio de la energía, puede acelerar este proceso. No obstante, ello puede tener un impacto de contracción económico superior al esperable a medio plazo, que dependerá de cómo se desarrolle el presente conflicto.

Por lo tanto, dada la incertidumbre, el mercado actual hay que afrontarlo con extrema prudencia: en el caso de la deuda pública, una vez pasado el shock inicial, que resulta favorable para la valoración, es previsible que las mayores presiones inflacionistas, como efecto de la subida del precio de la energía comentado, provoquen nuevos repuntes de rentabilidades en las curvas.

También sería esperable una mayor prima de riesgo periférica, aunque entendemos que el BCE actuaría como muro de contención ante una eventualidad así.

En cuanto a la renta variable, es posible que refleje exactamente el movimiento contrario, es decir, caídas de valoración durante el momento de máxima incertidumbre, para recuperar posteriormente. Naturalmente, este movimiento de recuperación no se produciría si se deteriora aún más la situación en Ucrania (extensión del conflicto en intensidad o con nuevos actores) o se produce un contagio de la inestabilidad a nuevas áreas geoestratégicas (esencialmente China-Taiwán). Por tanto, precaución.