¿Cómo detectar el acoso escolar?

Pilar Conde DIRECTORA TÉCNICA DE CLÍNICAS ORIGEN

OPINIÓN

MARCOS CREO

26 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Una nueva tragedia relacionada con el acoso escolar nos llegaba recientemente desde Estados Unidos. En el estado de Utah, el pequeño Drayke Hardman se quitaba la vida con tan solo 12 años al no poder soportar más las humillaciones y burlas de sus propios compañeros de escuela.

El testimonio de la familia ha sobrecogido al mundo y, de nuevo, padres, educadores, psicólogos y la sociedad en general nos preguntamos cómo podemos poner freno a esta lacra que adopta diversas formas: acoso físico, amenazas en la red y ofensas telefónicas. En todas ellas, y cuando es el colegio el entorno en el que se producen, el grupo suele ser la manera a través de la que se vehiculan estos sucesos.

El bullying es un problema silencioso y real. Lo ha dicho la propia madre de Drayke. Muchas veces no somos capaces de detectarlo, a pesar de que los iguales, los compañeros de clase u otros niños del entorno escolar han visto u oído algo. Los profesores también podrían haber notado algún comportamiento extraño en las aulas y los espacios comunes. Pero aun así continúa sucediendo. Resulta vital en este sentido poder darse cuenta en casa de que algo está sucediendo.

Son varias las claves en este punto. Lo primero en lo que tienen que fijarse los padres es en posibles cambios en las rutinas de sueño y alimentación. A veces se pueden asociar a alguna enfermedad, pero si estos cambios se acompañan con negativas reiteradas a asistir a clase, acompañadas de excusas inverosímiles, debemos comenzar a preocuparnos.

Lo siguiente será vigilar que el niño no evite eventos sociales como cumpleaños, fiestas escolares o similares y que no modifique sus pautas de comunicación con amigos y con los propios familiares.

La tercera clave es asegurarnos de que no ha cerrado sus perfiles en las redes sociales, que no ha dejado de conectarse a internet o que no se pone nervioso cuando manipula el ordenador o el teléfono móvil.

Si se manifiestan algunos de estos síntomas será preciso acudir a los responsables del centro educativo e intervenir inmediatamente, asegurando la seguridad del menor. Los padres y el centro escolar deben coordinarse para valorar las medidas de protección adecuadas.

El segundo paso es intervenir con todas las partes implicadas: el abusador, el abusado, los testigos del abuso y los familiares de ambas partes. Todos son vitales y deben comprender por qué se producen estas conductas y cuáles son sus consecuencias.

La empatía y la asertividad, el ponerte en el lugar del otro, de un lado, y el de afirmarse en los propios valores y reforzar la autoestima, del otro, son las bases del proceso. El abusado debe poder dejar atrás su condición de víctima y el abusador comprender por qué se está comportando de esa manera.

Es importante pensar que el abusador es también un niño y su comportamiento se puede reconducir. Siempre, eso sí, que no se trate de alguien que disfrute con el sufrimiento y la vejación ajenas. Por último, recordar que, además de detectar y anular el acoso, la prevención es la mejor herramienta. Debemos seguir trabajando, en este sentido, para implementar todas las herramientas necesarias de convivencia en la escuela y otros entornos de desarrollo infantil.