¡Qué sorpresa, Putin ataca Ucrania!

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

ZURAB KURTSIKIDZE

25 feb 2022 . Actualizado a las 10:17 h.

Hace dos días, mientras toda la opinión publicada se embelesaba con el morbo de la guerra civil del Partido Popular, este cronista oyó el ruido de las tropas rusas y publicó en este diario lo que todo el mundo veía, pero nadie parecía ver: «Ha ocurrido, Putin ya tiene tanques en territorio de Ucrania». Sin embargo, como si todos los dirigentes occidentales tuviesen los ojos y los oídos tapados, necesitaron escucharle ayer a Putin la orden de atacar y ver el resplandor de las bombas en una decena de ciudades para exclamar sorprendidos: ¡Leñe, Rusia ataca a Ucrania! 

La puñetera verdad de esta historia es que Putin mintió a todo el mundo, engañó a quien se dejó engañar, hizo el truco de mover los blindados para hacer un juego de manos y decirle al público «nada por aquí, nada por allá, los tanques ya no están», y el mundo se lo creyó, los medios informativos hablaron de distensión y las bolsas subieron. El bueno de Biden, que seguía diciendo que el ataque era inminente, quedaba como un alarmista. Y Boris Johnson, que también anunciaba catástrofe, parecía, como apuntamos aquí, desviar la atención de sus escándalos festeros.

Pues bien: estamos ante una de las invasiones de un país más anunciadas de la historia. Quienes convocan en España la Junta de Defensa Nacional, quienes convocan en Bruselas el Consejo Europeo y quienes se reúnen en la sede de la ONU para mostrar su alarma, lo hacen con muchos días de retraso. Cualquiera de los muy informados militares españoles que hablaron ayer en los medios coinciden en el análisis: era un ataque previsto. Ahora, cuando ya nada tiene remedio, los gobernantes occidentales, empezando por Pedro Sánchez, acusan a Putin con toda solemnidad de violar el derecho internacional y le piden que retire sus tropas. Si no las retira, lo vamos a dejar sin postre.

En esos análisis y alocuciones, falta un detalle fundamental: la relación de Rusia y China. Nunca ha sido mejor. Sus dos jefes de Estado coinciden en su voluntad expansionista: si Rusia aspira a recomponer el imperio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), China aspira a completar su grandeza territorial con la ocupación de Taiwán. Y si a Rusia le castiga Occidente con bloqueos económicos, tendrá el apoyo de la riquísima China para sobrevivir. Ambos colosos coinciden en sus nuevos afanes patrióticos: Rusia, debilitar a la UE; China, debilitar a EE.UU. Creo que ese es el motor de arranque de la nueva crisis mundial. Ahora la cuestión de fondo es la que acaba de plantear Ana de Palacio: ¿la ambición de Putin se sacia con Ucrania? Según nuestra exministra de Asuntos Exteriores, no. Pues, si no se sacia, dispongámonos a una larga, penosa y costosa tensión. Costosa para nuestras economías, porque el petróleo y el gas son las otras armas de esta guerra. Y miren la altura que alcanzaron ayer.