Feijoo debe cortar ya la estacha

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

M.Moralejo

22 feb 2022 . Actualizado a las 07:55 h.

A sus 41 años, Pablo Casado ha traicionado ya dos veces a su partido. Es buen momento para explicar que el único motivo por el que Alberto Núñez Feijoo no es hoy el presidente del PP es el hecho de que Casado le traicionó al presentar su candidatura a la sucesión de Rajoy cuando existía un consenso casi total en que solo el líder gallego podía sacar del pozo al partido. Feijoo estaba dispuesto a atender el clamor. Pero vio claro que con la traición de Casado y con el diabólico y tramposo modelo de primarias impuesto en el PP, lo que se le preparaba era lo que le acabó sucediendo a Soraya Sáenz de Santamaría. Ganar en el voto de la militancia, pero ser apartado luego por las componendas de los otros dos rivales.

Con aquella primera traición, alentada por los enemigos mediáticos y políticos del PP, Casado impidió que el partido estuviera liderado por la única persona con solvencia política y autoridad moral para ello. La segunda traición la ha perpetrado ahora. Debería saber que hay lugares de los que, una vez hollados, ya no es posible regresar. Uno de ellos es este: «La cuestión es si cuando morían 700 personas al día se puede contratar con tu hermana y recibir 286.000 euros». Una frase abyecta que combina la utilización política de las víctimas del covid, la insidia, la calumnia y la acusación sin pruebas. Y no contra un rival, lo cual sería también inaceptable, sino contra una compañera de partido. No cabe mayor villanía política.

Pero hay otro hecho, quizá más grave y revelador. Casado reconoce haber llamado al ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, para comentar con él el dosier sobre Ayuso en el que se la acusaba de corrupta. Es decir, que, como mínimo, transmitió a la mano derecha de Pedro Sánchez, que dirige no una sala de guerra, sino de despiece, una información que daba argumentos al Gobierno en contra del PP. Bolaños le negó que ese dosier hubiera partido desde Moncloa, balbucea Casado. El episodio revela su absoluto sometimiento al rival político, utilizando al Ejecutivo del PSOE como fuente de autoridad. Solo eso bastaría para pedir su dimisión. Mucho gritar en el Congreso, pero Casado es un gatito que agradece a Sánchez, que es quien más le está defendiendo ahora, que le dé un platito de leche.

Llegados a este punto, el PP no tiene más salida que la de ponerse en manos de Feijoo, que tiene no la oportunidad, sino la obligación de dar ese paso. Solo él puede evitar la refundación y hasta la desaparición en favor de Vox. Resulta difícil creer, viendo el páramo intelectual y político de la actual bancada popular, que alguien tuviera la osadía de intentar impedírselo con una maniobra similar a la de Casado en el 2018. Pero, si eso sucede, volvería a dejar pasar ese cáliz. Casado es el preferido —y hasta el protegido— de los enemigos políticos y mediáticos del PP, que al único que temen de verdad es a Feijoo.La semana pasada dije aquí que Casado era un lastre para el PP. Hoy ya no es un lastre, sino un enorme plomo que arrastra al partido hacia el fondo del mar. Que es a donde llegará sin ninguna duda si Feijoo no corta cuanto antes esa estacha.