Daños colaterales no previstos

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Photogenic / Claudia Alba

16 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La sección de la revista La Codorniz que se titulaba «Tiemble después de haber reído» se podría titular hoy «Tiemble después de haber votado». Como fuera de la Galicia de Feijoo han desaparecido las mayorías absolutas, ya nadie sabe lo que puede pasar después de unas elecciones. Puede pasar incluso que haya que repetirlas, si se tiene en cuenta que en Castilla y León no hay otra mayoría estable que la formada por la alianza del Partido Popular y Vox o una gran coalición del mismo PP y el PSOE, que hoy por hoy parece de ciencia-ficción. La abstención del PSOE en la investidura es pan para hoy y hambre para mañana, que convertiría la legislatura en un calvario para Mañueco. No es creíble un acuerdo de gobernación entre ambos en una comunidad autónoma, mientras en el Congreso andan a tortazos y tienen bloqueada la renovación del Poder Judicial.

No acaban ahí los temblores. Como si se hubiera pisado un nido de culebras, la noticia política del día está en los efectos colaterales no deseados. En el PSOE, el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, no está solo y son varios los regidores y los barones regionales que apelan a la coherencia y razonan de la siguiente forma: si hay que apartar a Vox de los centros de poder político, hagamos algo por nuestra parte; que no se diga que por culpa nuestra o nuestros intereses de partido la extrema derecha comienza a tener funciones de gobierno y a aplicar su programa. Frente a ellos está el mando de Ferraz y Moncloa, que sueña con una alianza conservadora, porque así puede llegar a las elecciones generales invocando la alerta antifascista que inventó Podemos y quedarse con todo el voto de la moderación.

Hay otro daño colateral en la coalición de gobierno, todavía no perceptible. Es una corriente de opinión que hace cuentas y llega a esta conclusión: desde que Podemos se fusionó con Izquierda Unida y, sobre todo, desde que gobierna con el PSOE como socio minoritario, no hace más que perder votos y en Castilla y León cayó más bajo que nunca. Quienes sostienen esa idea empiezan a dar crédito a la superstición que afirma que el socio menor acaba desapareciendo. No ocurrió en Alemania, pero en España parece una maldición.

Y los terceros daños están en el PP, dividido entre quienes quieren pactar con Vox y quienes huyen de ese pacto como del diablo. A la cabeza de ambas tendencias, los que ya estaban enfrentados: Casado, que no puede desdecirse de lo que dijo a Abascal en la moción de censura de Vox, y Díaz Ayuso, que ayer volvió a mostrar su falta de reparos con el partido ultraconservador: «Que no nos importe lo que piense la izquierda de nuestros pactos». Una grieta más entre Génova y la Puerta del Sol. Y una muestra del trauma que Vox está causando en el mundo conservador. Daños colaterales no previstos ni deseados. Por ahora, el mayor fruto de las urnas de Castilla y León.