Nosotros, los baby boomers tuvimos la fortuna de vivir la «transición» del blanco y negro al color y con ella nos transformamos en la generación mejor formada de nuestro país. Sí, nosotros crecimos en la cultura del trabajo, pero, no por eso dejamos de ser rebeldes, aventureros y divertirnos. Sin embargo, ahora parece que la disciplina, el esfuerzo y la perseverancia son una losa. Por eso, la épica gesta de Nadal en Australia ha dejado boquiabiertos a todos. No rendirse, asumir las dificultades y seguir luchando son conceptos lejanos para muchos jóvenes que, en casos extremos, como el ocurrido esta semana en Elche, no dudan en asesinar a toda su familia al ser castigados por haber sacado malas notas. Dar por sentado que tenemos derecho a disfrutar de todo sin esforzarnos por merecerlo nos hace proclives a la frustración por nimiedades y nos impide madurar. Y guste o no, madurar es lo que nos hace fuertes como seres humanos y como sociedad.