más queridos, por esa imagen de tipo normal que siempre ha interpretado en sus papeles. El españolito medio, calvo, con bigote, regordete, que lo mismo podía hacer de marido cornudo, de padre de familia numerosa o de carnicero solitario. Pero Resines, que nos hipnotizó con La buena estrella, se ha salido del guion muchísimas veces para demostrarnos que detrás del actor hay, además, un tipo estupendo. Y eso que una se queda abobada con la cantidad de filmes que ha hecho. Con Carmen Maura y con Verónica Forqué formó un trío inigualable en los años ochenta y noventa, que lo colocaron en ese podio de imprescindibles de la comedia. Su tono socarrón, sus formas campechanas y ese humor de no darle importancia a nada más que a lo sencillo terminaron por auparlo a la categoría de buena gente. Por eso, cuando después de 48 días en la uci, lo primero que ha hecho ha sido dar las gracias a cada una de las personas que lo atendieron durante su ingreso, desde celadores a médicos, merece otro gran aplauso. Resines no solo ha agradecido el trato del hospital sino que también se ha preocupado de poner el foco en todos los medios de comunicación que durante este tiempo han estado pendientes de su salud. «Me han salvado la vida», ha expresado, en una frase que lo dice todo. Necesitamos más personas así, tan normales que son extraorinarias.