La evaporación de la cogobernanza

Fernando Ónega
fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

XOAN A. SOLER

04 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Escuché las quejas del presidente Feijoo por la falta de comunicación del Gobierno central sobre las intenciones de suprimir la obligación del uso de mascarilla en espacios exteriores. Y desde la distancia resumiría esas quejas en una expresión que don Alberto no utilizó, porque es persona que controla sus cabreos, pero que yo me permito traducir así: la cogobernanza ha sido un timo. Suavicémoslo un poco: ha sido una disculpa, un hallazgo para repartir responsabilidades cuando el coronavirus atacaba más fuertemente a la sociedad. Pedro Sánchez lanzó el palabro como la gran innovación, coherente con el desarrollo del estado de las autonomías. Consistía en que las decisiones sanitarias se tomarían de común acuerdo, no habría imposiciones y se inauguraba un período de colaboración honesta en busca de la mayor eficacia.

Este cronista confiesa ante vos que se hizo ilusiones: si la cogobernanza, gobernanza en común, se podía ensayar ante una emergencia sanitaria, también se podría practicar en otras acciones, aunque solo fuesen administrativas. Podríamos citar toda la acción social, los bonos culturales para jóvenes, las ayudas al alquiler previstas en la nueva y controvertida ley de vivienda, la gestión de la Seguridad Social, el ingreso mínimo vital y otras muchas materias que, por lo visto, solo se descentralizan para el País Vasco y Cataluña, depende de la necesidad de votos que tenga el señor Sánchez en algún momento crucial, como la aprobación de los Presupuestos.

Todas las ilusiones se fueron desvaneciendo, una a una. La cogobernanza llegó a funcionar con cierta normalidad en la Comisión Interterritorial. Produjo también desarreglos, porque nos encontramos con decisiones autonómicas discordantes, mientras una parte de la opinión pública pedía —¡oh, contradicción!— una autoridad única para evitar confusiones. Pero poco a poco desapareció del vocabulario sanchista, lo cual quiere decir de la agenda política, hasta llegar a la rocambolesca situación actual en que un día se aprueba la obligatoriedad de la mascarilla y al día siguiente se anuncia que se estudia su retirada.

¿Qué quiere Moncloa que pensemos? Que la cogobernanza fue un invento para traspasar a los gobiernos autónomos las medidas más impopulares y ahora, para levantar esas medidas, que nadie le haga sombra al Gobierno benefactor que ya ofrece síntomas de apropiarse del éxito de superación de la plaga. Pues bien, para que no haya dudas sobre la percepción de lo ocurrido, transcribo el resultado de un nuevo estudio de Metroscopia (José Juan Toharia): el 71 % de los ciudadanos, creen que fue el sistema sanitario el que estuvo a la altura durante la pandemia; el 43 %, que han sido las comunidades autónomas, y en la cola, el Gobierno de la nación con un respaldo de solo el 35 %. La cogobernanza, la resiliencia y otros inventos no acabaron de funcionar.