El amor a destiempo

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

SERGEY DOLZHENKO | Efe

30 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los adolescentes del botellón de mi calle son escolares de catorce, quince, dieciséis años, y no se preocupan por la guerra de Ucrania. Tampoco por nuestros políticos, de los que no saben más que titulares, los que oyen en casa: mi padre dice que Pedro Sánchez... y aquí que ponga el lector lo que quiera porque vale todo. Pero mientras las armadas se acumulan en el Báltico, que aquello ya parece el día del Carmen con sus procesiones marítimas, pero con misiles en lugar de bombas de palenque, los chicos del botellón de mi calle tienen la cabeza y el cuerpo en otra cosa que no saben bien lo que es, pero yo sí. Por allí andan Aroa, Nerea, Laura, María, y de repente, no se sabe cómo, alguna se les mete en un lugar del pecho entre los pulmones y el diafragma, y no les deja respirar, o entre los ojos o en un hueco junto al cerebelo, y no les deja pensar. Les importa un pimiento que se desencadene la guerra nuclear, el fin de mundo. Ellos están amenazados por una fuerza mucho más poderosa, la fuerza del amor. El primer amor, que devasta como un ciclón, porque es algo inesperado, que uno no sabe que pudiera sentirse, con la perplejidad, me imagino, del primer parto. Y ni siquiera saben que gentes antiguas como Bécquer, Neruda, Miguel Hernández («mis ojos sin tus ojos no son ojos, que son dos hormigueros solitarios») escribieron exactamente para hoy, exactamente para ellos. Mientras, los ruidos de los motores y de las negociaciones solo son una lejana música dodecafónica que apenas estorba.