Como si «alguien» necesitase la guerra

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

LEAH MILLIS | Reuters

26 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A lo mejor se cumple la máxima romana, atribuida a Vegecio, que decía si vis pacem, para bellum, si quieres la paz, prepara la guerra. A lo mejor todavía funciona la diplomacia que invoca Pedro Sánchez y se sale de la encrucijada de Ucrania con un acuerdo histórico. A lo mejor los grandes líderes mundiales se asustan ante los efectos de una guerra, sufren un ataque de cordura y dejan de enviar tropas y armamento al territorio del conflicto. A lo mejor, qué sé yo, se produce un milagro y la creciente tensión bélica se transforma en cordialidad. A lo mejor…

Todo eso, un día como hoy, pertenece al reino de las ensoñaciones. Lo que estamos viendo en la realidad es todo lo contrario: una Unión Europea que no tiene política de defensa común, pero se erige en parte del conflicto; una OTAN que pone sus tropas en alerta; unos Estados Unidos que se plantean enviar soldados al mar Báltico, lejos de Ucrania, pero al lado de Rusia; un mundo occidental que está rearmando a Ucrania; un país como España, que fue neutral en las dos grandes guerras del siglo XX, que se adelantó a enviar dos buques de guerra y anuncia el envío de cuatro cazas; y, del otro lado, un Putin que ya movilizó a cien mil soldados en la frontera de Ucrania, acusa a este país de agresión e insiste en que o se aceptan sus condiciones y demandas u Occidente «sentirá las consecuencias en su cuello».

Se dirá lo que se quiera en las declaraciones oficiales; se mantendrán los plazos que se dieron los ministros de Exteriores de Estados Unidos y Rusia, en los que tanto dice confiar Borrell, pero se actúa como si la guerra fuese inevitable. Los sismógrafos de las bolsas europeas la detectan cada día algo más y registraron caídas que no se veían desde el estallido de la variante ómicron. Solo falta un pequeño incidente, provocado o casual, que provoque el incendio. La aparente calma de los últimos días parece más una tregua de fin de semana que un avance en conversaciones para impedir el conflicto. Es como si Putin y Biden necesitasen la conflagración o creyesen llegado el momento de medir fuerzas en el campo del miedo (a ver quién asusta más, guerra psicológica), y no quiero tentar al diablo hablando de medirse en el campo de batalla.

¿Y quién es más culpable en este pulso? Para Occidente, Putin, cuyos afanes imperialistas son evidentes y cuya ambición de construir la «gran Rusia» nunca fue ocultada. Pero, para mucha opinión pública, también es culpable la OTAN con su acercamiento a las fronteras de la vieja Unión Soviética, que siempre pareció una provocación. Cómo conseguir un repliegue de ambas posiciones requiere mucho más espacio que una columna periodística. Hoy solo pretendo expresar la alarma ya apuntada: es como si «alguien» necesitara la explosión de una guerra, y no una guerra cualquiera, sino una guerra con capacidad de provocar una enorme destrucción.