Sí a la paz. No al matonismo de Putin

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

SPUTNIK

25 ene 2022 . Actualizado a las 10:58 h.

En el mundo feliz en el que viven personajes como Pablo Iglesias, Ione Belarra, Alberto Garzón o Irene Montero, gobernar un país consiste exclusivamente en proponer que el sueldo más bajo sea de 1.500 euros al mes; que la semana laboral sea de solo cuatro días; que la jornada de trabajo tenga un máximo de 30 horas, que todos los españoles se jubilen a los 60 años, que España no pague su deuda externa, que gaste siempre más de lo que ingresa o que incluso se salga del euro, si es necesario, porque ninguna de esas medidas tendrá repercusión alguna en la economía del país. Con ese programa, que nadie podría rechazar si fuera cierto, irrumpió Podemos en el 2014. Con demagogias de ese tipo consiguieron llegar a gobernar. Y en esa política naíf siguen anclados algunos, incluso cuando han llegado a ser ministros y hasta vicepresidentes del Ejecutivo.

Ese infantilismo económico tiene su traducción en sus planteamientos sobre el papel de España en el mundo y en sus respuestas a los desafíos de la geopolítica internacional. «No a la guerra» es todo lo que sale de su boca ante las poco veladas intenciones del autócrata Vladimir Putin de invadir Ucrania y anexionarse parte de su territorio, como ya hizo con la península de Crimea. De nuevo, ¿quién puede estar en contra del no a la guerra? Pero, ¿sirve eso de algo cuando Rusia tiene ya desplegados más de 100.000 soldados en la frontera con Ucrania, y Lukashenko, el títere bielorruso de Putin, habla en términos bélicos advirtiendo que nadie podrá pararles?

Poco les importa eso a Podemos y al PCE porque, lejos de cuestionar a un país como Rusia en el que —según Amnistía Internacional, no el Wall Street Journal—, se encarcela o se mata a la disidencia, se reprime al colectivo LGTBI, se ampara la misoginia y la violencia de género, la tortura es endémica y se asesina a periodistas, lo que hacen es pedir que la OTAN se disuelva y que España salga de esa organización criminal porque no necesita que nadie la defienda.

Si Putin invade Ucrania, Podemos seguirá con su virginal «no a la guerra», que ni siquiera es el del cándido Chamberlain, porque rechaza incluso la disuasión. Y gracias a puerilidades como esa es como Putin puede seguir siendo un «matón autócrata», como le llama hasta el izquierdista norteamericano Bernie Sanders; mantener su delirio imperialista o la ensoñación de que Rusia es una superpotencia como la Unión Soviética.

La realidad, sin embargo, es que el PIB de Rusia es solo ligeramente superior al de España. Que su PIB per cápita es menor que el de Panamá y que la esperanza de vida de un varón al nacer en Rusia es de 68 años, la misma que en Mauritania. En España, por cierto, donde según Garzón nos atiborramos de carne envenenada, es de 80,7 años, la décima más alta del mundo. Pero, mientras existan en Europa antiamericanos de salón y nostálgicas de la URSS que den apoyo al régimen criminal de Rusia —bien directamente, bien como tontos útiles— antes que a las democracias occidentales, Putin podrá seguir disimulando la decadencia rusa ejerciendo como el matón del planeta.