Enero y sus cuestas

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

M.MORALEJO

15 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La sabiduría popular acuñó sentencias que con una base tópica pasaron al acervo común de frases reiteradas según las estaciones. Así se instalaron en la fraseología expresiones tales como otoño caliente referida a los conflictos sindicales, o cuesta de enero que supone el esfuerzo económico que tienen que realizar las clases populares para remontar los gastos y dispendios navideños.

Estamos inmersos en la cuesta de enero, en plena subida de un repecho aparentemente insalvable, en una pendiente de complejo final en un momento histórico inserto en una pandemia que no remite. Con incrementos notables y casi insoportables en la factura eléctrica, en la del gas y en el precio de los combustibles, con una inflación por encima del 6,5 % frente a un incremento del 1,5 % en los salarios.

Enero siempre ha sido un mes átono, al que llega la calma invernal después de la tempestad eufórica de la Navidad. Instalados en cierta cultura del derroche y el consumo compulsivo dimos por inaugurado el período navideño con las compras primerizas del black friday a finales de noviembre emulando la cultura consumista estadounidense, y encendiendo el alumbrado ornamental en pueblos y ciudades, y así hemos seguido hasta la llegada de las rebajas tradicionales de invierno al día siguiente de reyes.

Ahora estamos en el invierno económico que dará una falsa tregua a principios de marzo con los carnavales, pero que extenderá la cuesta de enero al mes de febrero. Nuestro país ha experimentado un crecimiento en los índices de pobreza; la otrora pujante clase media, soporte vertebral de la economía y el bienestar español ha mermado considerablemente en el último lustro y hoy solo supone un 30 % de la ciudadanía. Vivimos en un continuo sobresalto con un Gobierno de coalición apoyado con acuerdos contra natura con pactos chantajistas acordados con Bildu y los independentistas catalanes mientras crece el silencio en los páramos de la España despoblada que agrupan a sus huestes dispersas para la próxima consulta electoral que tendrá lugar en la cuesta de enero/febrero. Sucede con un país que sigue abatido en la sexta ola de infecciones covídicas, que no sabe como escalar por las empinadas cuestas de todos los eneros.