Enfermedad de Parkinson, de la levodopa al futuro

Ángel Sesar Ignacio PUNTO DE VISTA

OPINIÓN

ALBERTO LÓPEZ

14 ene 2022 . Actualizado a las 08:44 h.

La enfermedad de Parkinson es un trastorno degenerativo neuronal caracterizado por la pérdida de dopamina, molécula necesaria para el movimiento. Se calcula que en Galicia podría haber unos 5.000 pacientes. Su frecuencia es mayor a partir de los 60 años. Es la única enfermedad degenerativa del sistema nervioso que tiene tratamiento efectivo.

La vida de los pacientes dio un vuelco a finales de los años 60 del siglo XX, con la introducción de la levodopa, un precursor de la dopamina que mejora sobremanera los síntomas de la enfermedad. Se trata, sin duda, del mayor hito de la historia de este trastorno. Antes de la levodopa, la esperanza de vida en el momento del diagnóstico era de siete años. Hoy se aproxima a la de la población general. Más de cincuenta años después, la levodopa, comercializada como Sinemet y Madopar, continúa siendo la base del tratamiento del párkinson.

Tras la levodopa se han desarrollado un buen número de fármacos, todos ellos relacionados con la vía dopaminérgica. Sin embargo, al cabo de unos años, el efecto de estos medicamentos se agota. A finales de los 90, a estos pacientes que respondían mal al tratamiento oral comenzó a aplicárseles una técnica quirúrgica llamada estimulación cerebral profunda. Consiste en la colocación de sendos electrodos en una zona del cerebro denominada núcleo subtalámico. La estimulación de este núcleo mejora notablemente la movilidad. Los tratamientos de infusión continua con levodopa o con apomorfina, un medicamento similar, se emplean también en esta fase de la enfermedad.

En la actualidad, la infusión continua con levodopa requiere una intervención para colocar un tubo que atraviesa la pared abdominal. En los últimos años se están investigando nuevas formas de aplicar este fármaco. Así, se han hallado fórmulas galénicas de levodopa para administrar por vía intranasal. Otros métodos consisten en la infusión del fármaco mediante un dispositivo con una aguja subcutánea en la pared abdominal.

Una línea de investigación novedosa es el tratamiento con ultrasonidos de alta intensidad (HIFU), que en la actualidad se emplea para tratar el temblor. Esta técnica permite lesionar áreas del sistema nervioso sin intervención quirúrgica.

En la enfermedad de Parkinson se está probando si la lesión del núcleo subtalámico es segura y efectiva para el control de los síntomas.

Hay líneas de investigación que van más allá de la vía dopaminérgica. Con el tiempo degeneran otras áreas del sistema nervioso, lo que provoca síntomas que no responden a los tratamientos actuales, como la alteración de la marcha, la disminución de la tensión arterial o el deterioro de la memoria. Se sabe que el exceso de una proteína llamada alfasinucleína dentro de las células del sistema nervioso tiene que ver con esta degeneración. Se está buscando la manera de impedir que la alfasinucleína se acumule en las neuronas, ya sea mediante moléculas que la neutralicen, anticuerpos o, incluso, vacunas.

Los tratamientos actuales proporcionan a los afectados una calidad de vida impensable hace unos pocos años.

Sin embargo, tanto los pacientes como los neurólogos continuamos esperanzados en un tratamiento que frene el desarrollo de la dolencia y confiamos en que en poco tiempo la levodopa pase a ser el segundo mayor hito de la historia del párkinson.