La peor gestión económica

OPINIÓN

Miguel Calero

03 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El presidente del Gobierno se apresuró a visitar la isla de La Palma para recordarles a los palmeros (y a las palmeras, como él dice correctamente) que acudía allí por octava vez desde que el volcán empezó a vomitar lava 85 días antes. ¿A qué fue de verdad? La visita no era indispensable, pero no puede considerarse inoportuna. ¿Cuál es la crítica entonces? Que no acuda de igual modo a otros lugares en donde saltan a la vista unas necesidades de origen no volcánico que están diezmando las expectativas.

Al mismo tiempo, el semanario británico The Economist ha acreditado con datos que la economía española «es la peor de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) desde el inicio de la pandemia», y que nuestra recuperación económica «es cada vez más débil». Es decir, que ocupamos el puesto 23 de los 23 países cabeceros sometidos a análisis. Lo que lleva a sus analistas a la conclusión de que «la gestión de Sánchez fue la peor de la OCDE en la pandemia».

¡Claro que hay que celebrar el final de un maldito volcán!, pero está igualmente claro que no se deben utilizar estos sucesos para anotarse éxitos que no aparecen avalados por una gestión en el conjunto del Estado, donde, como bien señala la publicación británica, los fallos se han encadenado durante toda la escalada del covid.

¿Qué debería hacerse ahora? He traído a cuento estas dos noticias, no para acentuar la crítica, sino para percibir los contrastes. Porque no se puede correr detrás de los votos sin acertar con las líneas esenciales de un buen Gobierno.

Dicho en otras palabras, Pedro Sánchez, como presidente del Ejecutivo, ha celebrado como todos los españoles el final del vómito volcánico, pero ¿qué tiene que decirnos sobre todo lo demás? ¿Por qué su política económica recibe tan desfavorables consideraciones internacionales? ¿Cuál es su programa de Gobierno no negociable, es decir, el que no debería ceder ante las presiones de algunos de sus socios ni someterse a extraños y erráticos chalaneos o desvaríos?

Todos nosotros sabemos que gobernar con el apoyo de una coalición de fuerzas dispares y con intereses diferentes es muy difícil. Pero la solución no es ceder y ceder para aparentar una normalidad que, como parece constatarse, es sobre todo anormalidad.