Sobre PCR, precios, colas y contagios

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

24 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Las inmensas colas para hacerse una PCR gratuita (más de 850 personas el miércoles en el Hospital Clínico de Santiago) solo se pueden explicar por dos motivos: bien porque la gente acude a hacerse la prueba sin razón, por el simple hecho de que son gratis, lo que las lleva a estar dispuestas a esperar durante horas por deporte; bien lo que en la mayoría de los casos resulta mucho más probable, porque a las colas acuden personas que creen con buenas razones que deben someterse a una PCR pero que no lo hacen ante el precio disuasorio que esa prueba tiene en el mercado: entre 80 y 100 euros por cabeza.

Pongamos, como ejemplo, el caso de unos padres que están en un nivel de renta medio bajo y quieren descartar un posible contagio de sus dos hijos que han estado jugando al fútbol con alguien que ha dado positivo. La comprobación a través de dos pruebas PCR puede acabar significando para ellos un gasto inasumible, como para muchos pensionistas o muchos jóvenes que comienzan a trabajar con sueldos bajos. De lo cual se deduciría algo que, por lo demás, es de una lógica aplastante: que el precio de las pruebas (una PCR o un test de antígenos) es un factor que condiciona el hecho de que mucha gente renuncie a comprobar si puede haberse contagiado, aunque tenga motivos razonables para suponer que ha sido así.

El caso de los test de antígenos, que ahora pueden ya comprarse en las farmacias (a un precio que está en torno a los 7-8 euros, mientras que ronda los 30 su realización en un laboratorio) así vendría a demostrarlo sin ningún genero de dudas: ¿hubieran pagado casi cuatro veces más por hacerse en un laboratorio dichos test las docenas de miles de personas que los han comprado en oficinas de farmacia, hasta agotarlos? Resulta evidente que no es igual el coste que tiene para una farmacia expender un test de antígenos que el que tiene para un laboratorio realizarlo, pero, dado que la farmacia gana dinero vendiéndolos, la pregunta que tenemos derecho a hacernos es si el coste en los laboratorios, que se multiplica casi por cuatro, está ajustado o es excesivo hasta el abuso.

La misma pregunta es legítima en lo referido a las pruebas PCR, que oscilan en España y en Europa en cantidades que pueden multiplicarse por dos o por tres de un laboratorio a otro diferente. ¿Está justificado el precio en el que hoy varían en España? Unas declaraciones de Santiago Melón, jefe del laboratorio de Virología del Hospital Universitario Central de Asturias, podrían darnos una pista: «A nosotros analizar una PCR nos cuesta un euro. Si lo hiciésemos en un sistema comercial nos costaría entre 10 y 15 euros».

¿Es justificable que, en la situación en la que nos encontramos, con los contagios fuera de control, puedan cobrarse al público 80 o 90 euros por una prueba que, aun ganando dinero, se puede hacer al parecer por 10 o 15?

Todas las apuntadas son preguntas que nos planteamos millones de personas. Y bien está que quien tiene el privilegio de poder suscitarlas en público lo haga.