Un país con miedo al miedo mismo

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Cézaro De Luca | Europa Press

22 dic 2021 . Actualizado a las 08:26 h.

Menos mal que esta ola de covid no es tan mortal como las anteriores. Si lo fuese, no habría sitio en las morgues para tanto féretro. Menos mal que la mayoría de la gente pasa la cuarentena en sus casas. Si tuviera que ingresar en los hospitales, ya no habría camas disponibles. Menos mal que un número de personas imposible de calcular descubre el positivo con test de antígenos comprados en la farmacia. Si se lo descubrieran en un centro de salud con obligación de informar, el número de infectados posiblemente se habría duplicado. Menos mal que un altísimo porcentaje de la población está vacunado. Si no lo estuviese, el estado de alarma o de excepción sería inevitable. Y menos mal que, a diferencia del año pasado, no se habla de población de alto riesgo. Si se hablase, la palabra miedo habría sido sustituida por la palabra pánico.

Y aún así, España es el cuarto país del mundo por número de contagios, por encima incluso de Alemania, que tiene el doble de habitantes. Para este cronista resulta difícil mantener una conversación con alguien que no tenga uno o varios positivos en su familia. El goteo de celebridades que han caído, desde Nadal a políticos diversos, es tan constante como alarmante. Nuestra mala fama llegó a los cinco continentes y son varios los gobiernos de otras naciones que recomiendan no viajar a España, a la que consideran foco de infección. Marruecos nos acusa de incumplir los protocolos sanitarios. Nadie tuvo la previsión de aumentar el número de policías en los controles de aeropuertos, provocando inmensas colas. Por esa imprevisión, según datos de sindicatos policiales, 5.000 pasajeros perdieron sus vuelos el pasado mes de noviembre. La gente más responsable está reprogramando las reuniones familiares de Navidad.

Estas son las impresiones visibles de la sexta ola y este es el panorama que encontrará la Conferencia de Presidentes cuando se reúna esta tarde. La actitud de los asistentes oscila entre un Aragonés que plantea el toque de queda para Cataluña y toda España y una Díaz Ayuso que se niega a restricciones. No parece que sea fácil, ni siquiera posible, el acuerdo de esta nueva fase de la cogobernanza. Con lo cual nos encontramos ante algo ya visto: tantas medidas como autonomías, recursos fáciles como las recetas tradicionales de mascarillas, distancia de seguridad, número de personas reunidas y ya veremos qué sorpresas ha sido capaz de elaborar la ministra Darias. Supongo que se nos dirá también que hay que seguir las directrices de los científicos. Y personalmente echaré en falta tres cosas: una petición de disculpas del Gobierno por haber dicho que la mascarilla dejaba de ser obligatoria al aire libre; una explicación de por qué no se redactó la muy pedida ley sanitaria para epidemias, y una confesión de la invitación al descuido que supuso haber proclamado la «nueva normalidad».