El Gobierno, siempre detrás del covid

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Andreu Dalmau | Efe

22 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Las declaraciones de Yolanda Díaz, poniendo de relieve que había alertado al Consejo de Ministros de que la transmisión del coronavirus era ya en España una peligrosa realidad semanas antes de la adopción, el 14 de marzo del 2020, de las primeras medidas del Ejecutivo contra el covid, prueban lo que muchos especialistas han venido denunciando desde que la pandemia comenzó: que el Gobierno ha ido siempre detrás del virus, lo que —añado yo— es la mejor manera de perder una batalla sanitaria, pero también económica y social.

Tras la primera declaración del estado de alarma, y el confinamiento que supuso, el Gobierno, que asumió entonces todo el poder, en el convencimiento de que una victoria contra la pandemia sería para él un éxito político rotundo, comprobó, con dolor, al igual que todos los españoles, que aquel «hemos ganado al virus» anunciado por Sánchez en el verano del 2020, en su único provecho, fue solo una tregua, tras la que vendrían sucesivas olas de contagiados y fallecidos, hasta llegar a unas cifras pavorosas, aunque fuentes oficiales las rebajen, sin rigor alguno, de forma sustancial.

Desde entonces, el Gobierno decidió esconderse y trasladar a las comunidades toda la lucha sanitaria, que aquellas, en unos casos mejor y peor en otros, asumieron en general con la responsabilidad y seriedad que en el Ejecutivo de Sánchez ha brillado por su ausencia. Su mayor preocupación ha sido el autobombo. Y así, mientras las comunidades luchaban contra el covid sin el instrumento que les hubiera permitido hacerlo eficazmente —una ley en la materia que, sin dar ni una sola explicación, el Gobierno lleva negándose en redondo a presentar a las Cortes—, Sánchez practicaba un aló presidente descarado, que no tenía otro objetivo que arrogarse méritos de los que carecía y eludir las responsabilidades que le correspondían.

El último episodio de esta descabellada forma de actuar ha sido la convocatoria de la Conferencia de Presidentes que hoy tiene lugar, pocas horas antes de unas fiestas que mueven a millones de personas. Se trata de una tomadura de pelo que no solo han denunciado los presidentes autonómicos de la oposición, sino también algunos de los que apoyan al Gobierno (el lendakari vasco, por ejemplo), al poner de relieve lo que es obvio: que la adopción de medidas restrictivas a estas alturas podría provocar daños personales y económicos masivos. Masivos y arbitrarios, pues el Gobierno, siempre detrás del virus, conocía desde hace más de dos semanas que la sexta ola estaba por completo fuera de control.

La conclusión es que, más allá de la rueda de prensa a mayor gloria suya que hará Sánchez tras acabar la conferencia (no es descabellado pensar, conociendo al personaje, que únicamente para eso la convoca), volveremos a tener 17 Navidades diferentes, dada la decisión del presidente del Gobierno de hacer de Don Tancredo, en la crisis sanitaria, social y económica más grave que ha vivido España en décadas. Como para estar orgulloso de vivir en la Moncloa.